Bustrófedon, bustrofedon y bustrofedón

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

14 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

En español hay dos centenares y medio de palabras que admiten dos acentuaciones (austriaco/austríaco, paraplejia/paraplejía, travesti/travestí). Esta alternancia acentual se debe casi siempre a que en el uso se ha impuesto una pronunciación diferente de la que está en función del origen del término en cuestión, la etimológica. Surgen entonces las voces biacentuales.

La primera de esas palabras que recogió la Academia fue pabilo 'mecha que está en el centro de la vela'. La registró ya en el Diccionario de autoridades (1737), con esta nota: «Pronunciase breve ó largo promiscuamente». Y desde entonces no han dejado de aumentar en número, aunque es frecuente que una de las formas acabe cayendo en desuso. Hoy ya nadie habla de orgias (con ese diptongo deben de ser aburridas), de farrago o de mísiles.

Los partidarios de las formas etimológicas han combatido mucho las alternativas. Unamuno, por ejemplo, escribió en 1933 que él tildaba telégrama, y así lo pronunciaba. Sin embargo, la mayoría de las voces de origen griego terminadas en -grama han adoptado la pronunciación latina, que es llana (diagrama, angiograma), con algún caso de alternancia de ambos acentos (pentagrama/pentágrama).

Por si algunos no tuviesen suficiente complicación con las palabras biacentuales, en los últimos tiempos se ha consagrado una como triacentual, y como tal la recoge por primera vez el Diccionario en su última edición. Se trata de bustrófedon, que el español heredó del latín boustrophedon. De acuerdo con ese origen, es llana, es decir, se pronuncia [bustrofédon]. Sin embargo, el latín, a su vez, la había tomado del griego, donde era esdrújula, boustrophedón. En el español ha habido una tendencia a hacer esdrújulas las voces cultas de origen griego, lo que explica la temprana popularización de bustrófedon, que el Diccionario panhispánico de dudas reconoció en el 2005 como la preferida por los hablantes. Tanto esa obra como el DRAE dan como válidas esta forma y las dos etimológicas, aunque con preferencia por bustrófedon, que estuvo en el Diccionario desde 1884. En 1984 optó por bustrofedon, en 1992 y en el 2001 por esta y la esdrújula, y finalmente en el 2014 las completó con la acentuación griega bustrofedón.

A estas alturas, algún lector se preguntará de qué hablamos. Pues bien, los componentes del griego boustrophedón significan 'buey', 'dar la vuelta' y 'a la manera de', y el sustantivo boustrophedón designaba y aún designa la forma de escribir consistente en trazar un renglón de izquierda a derecha y el siguiente de derecha a izquierda, en una trayectoria similar a la de un arado tirado por bueyes.

El problema será después leer lo escrito así.