De un tiempo a esta parte tenemos cautivas nuestras vidas. La vida política y social españolas están prisioneras de una probabilidad, de una idea o de un plan virtual que puede convertirse en una realidad. O no. Desde luego, nada cierto ni concreto a día de hoy; nada más que una oportunidad futura; pero gobiernan nuestra existencia bajo esa posibilidad y en función de lo que pueda ocurrir. El desagradable incidente entre España y Grecia no hubiese acontecido si en el fondo del asunto no estuviese Podemos. La tensión creciente con Venezuela, tampoco. Podemos ha protagonizado el debate del estado de la nación, la precampaña andaluza, las comparecencias parlamentarias, la presentación de candidatos, las conferencias de los partidos y las discusiones de carácter político. Podemos está condicionando absolutamente la vida pública española y la toma de decisiones, sin que nadie sea capaz de poner fin a la paranoia.
Y todo por no preguntarse: ¿Qué es Podemos a día de hoy? Pues institucionalmente, nada; nada más que un proyecto; una probabilidad de éxito; un deseo esperanzador para muchos ciudadanos. Pero nada más.
Solo desde la ausencia total de liderazgo en el bipartidismo y desde la carencia de un discurso, se entiende el protagonismo de Podemos; sin restar méritos a sus responsables. Pero si cuando solo es un proyecto virtual ya nos tiene cautivos, mejor no pensar lo que ocurrirá el día que tenga representación parlamentaria y ocupen sus escaños. Por incomparecencia, torpeza e incapacidad de los líderes Rajoy y Sánchez.