Lo que está muriendo no es el bipartidismo

Jaime Miquel
Jaime Miquel LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

04 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

No deja de sorprendernos la coincidencia de analistas y creadores de opinión en la idea de que el bipartidismo dejará de existir este año; es el fin del bipartidismo, dicen, y no es así. El bipartidismo (1992-2010) es el tercer ciclo del comportamiento electoral, finalizó en tiempos de Zapatero y se caracterizó porque solo pudieron ganar las elecciones generales el PP o el PSOE, y pudo hacerlo cualquiera de los dos. Las elecciones generales del año 2011 refrendaron un lapso hegemónico del PP (2010-2012), que también ha concluido, y es equivalente al gran ciclo monopartidista protagonizado por el PSOE (1980-1992), que se desarrolló entre la moción de censura al presidente Suárez y la primavera del año 1992.

El bipartidismo finalizó precipitadamente en el mes de mayo del año 2010 con la desmovilización masiva del electorado socialista. Desde entonces, y hasta mediados del año 2012, las elecciones generales solo las podía ganar el PP.

La hegemonía popular duró una siesta, lo que tardó Rajoy en incumplir su programa, liquidar el mito de la mejor gestión de la derecha y alcanzar la crisis de la deuda soberana. En el mes de julio del 2012 se inició el quinto ciclo del comportamiento electoral, en el que nos encontramos (2012-2015), y es pluripartidista como el primero y constituyente (1977-1980).

El momento actual es de transformación del comportamiento electoral, por lo que este ciclo pluripartidista ya ha superado tres fases distintas. Entre los meses de julio del 2012 y junio del 2014 hay dos partidos preponderantes, el PP y el PSOE, como en el ciclo constituyente fueron el PSOE y UCD. Desde el mes de julio del 2014 y hasta el mes de enero del 2015, son tres los partidos preponderantes, el PP, el PSOE y Podemos, que aparece como fuerza política de reemplazo del lado izquierdo del sistema. Desde el mes de febrero del 2015 son cuatro los partidos preponderantes, porque se incorpora Ciudadanos, también como fuerza política de reemplazo, en este caso del lado derecho. Se confronta el siglo XX con el siglo XXI, la identidad de los siete premios Nobel con la de los treinta latentes. La interpretación predemocrática del mandato popular, que es la licencia para el caudillaje, frente al lugar de encuentro, la esencia de la construcción europea.

La contienda es muy sencilla y la conquista es muy importante. Lo que desaparece ahora es una cultura, el muy español posfranquismo. La expresa la clase política mediante su interpretación del mandato y se sustenta en las generaciones más antiguas, incomparablemente peor formadas que la población más joven. No es desafección, es ruptura con lo que les da vergüenza ajena. Podemos y Ciudadanos se superponen sobre lo que había. Ahora son cuatro, aunque dos envejecidos y retrocediendo. Los comunistas de IU sabrán subsistir, lo de UPyD es peor: virtualmente desplazados por Ciudadanos en España, pero extraparlamentarios de verdad en Andalucía.

La vida es un continuo de aciertos y errores donde el infalible no tiene lugar.