Atrás quedó el carnaval, pero mucho me temo que este año con tantos procesos electorales (este mes el primero, en Andalucía) los políticos seguirán con su careta durante los doce meses. Todos los políticos, los que nos han metido en el lío y los que nos quieren salvar. Pero nada como recurrir a ese genio de la lámpara de la brillantez que es Oscar Wilde, citando nada menos que a Shakespeare, para dejarles con un párrafo que les hará pensar y repensar. Compara Wilde el mundo de los actores con el mundo de la vida real. Lo hace en esa delicia corta que es el relato El crimen de lord Arthur Savile: «Los actores son muy afortunados. Pueden decidir si desean interpretar una tragedia o una comedia, si desean sufrir o ser felices, reír o llorar. Pero en la vida real es diferente. La mayoría de hombres y mujeres se ven forzados a representar papeles para los que no están preparados. Nuestros Guildenstern encarnan a Hamlet y nuestros Hamlet tienen que hacer de bufón en el papel de Enrique IV. El mundo es un escenario, pero la elección del elenco para la obra es pésima». Difícil añadir algo más. Solo constatar que, en efecto, la música del azar o el dado del destino nos lleva a interpretar extraños papeles que hace mejor que, por precaución, no nos miremos en el espejo. Y, obvio, la mayoría de los políticos, incluidos los salvadores emocionales de España, no tienen talento para los guiones que están intentando representar.