¿Hay que rezar en la escuela?

OPINIÓN

28 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Para contextualizar este artículo, debo confesar que creo en Dios y en la Iglesia, y que, aunque poco y mal, participo en el culto colectivo. También estoy convencido de que el cristianismo es el acervo cultural más importante de Occidente y que, si nos embarcamos en un laicismo falsamente progresista, que opere como una descristianización, corremos el riesgo de perder la identidad y no saber diagnosticar las crisis de nuestra sociedad.

Creo que la larga simbiosis entre la Iglesia y España tiene en nuestra historia y en la de la Iglesia una colosal factura de esplendor, belleza y éxito, y que carece de sentido que, en vez de sentirnos orgullosos, nos refocilemos en la mugre y los complejos de una cultura mal asimilada. Por eso estoy convencido de que nos equivocamos al intentar poner una artificiosa e imposible distancia entre lo político y lo religioso, como si no fuésemos los mismos los que vamos al fútbol, a las urnas y a las procesiones, y como si tuviésemos que ser menos papistas que otras democracias con menor tradición católica -Alemania, Reino Unido, Suecia y Estados Unidos- donde viven el hecho religioso con más normalidad y donde no padecen la alergia anticlerical con la que nosotros necesitamos demostrar nuestra modernidad y renegar de la historia de nuestros padres.

Dicho lo cual, y por pura coherencia, creo que la Iglesia se equivoca metiendo la religión en la escuela a toque de calzador. Creo que es un error abusar del convenio con la Santa Sede para delegar el apostólico deber de evangelizar en las escuelas del Estado. Y creo que hay una absoluta falta de rigor intelectual en un episcopado que, incapaz de revisar con sinceridad el resultado de sus obcecadas políticas, no percibe el colosal fracaso que ha cosechado la Iglesia -antes de Franco, con Franco y después de Franco- al confundir el ámbito educativo con los espacios de socialización religiosa -familia, sociedad y catequesis- que tiene tan abandonados.

El problema de la religión en la escuela no es de derechos y libertades, sino de eficacia. Y alguien tendrá que recordarles a los obispos españoles que somos la nación con peor educación religiosa de Europa. Porque el analfabetismo religioso que nos invade no se debe a la legislación del Estado, sino a la Iglesia, que, en vez de formar, socializar, y evangelizar, se dedica a negociar profesores, a mantener una pedagogía religiosa fuera del tiempo y a dar la sensación de que el futuro de la Iglesia depende de todo menos de ella misma, cuya crisis de orientación, organización y fe tiene proporciones apocalípticas. Por eso quiero decir que, como católico que soy, no tengo nada a favor de Wert ni en contra de Zapatero. Mi pleito -viejo y enorme pleito- es con los actuales sucesores de los apóstoles que, como es obvio, no tienen cuenta del recado.