Erradicar la explotación sexual, objetivo de Estado

María Xosé Porteiro
María Xosé Porteiro HABITACIÓN PROPIA

OPINIÓN

11 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Las tres grandes mafias globales que generan mayor volumen de negocio en el mundo son: narcotráfico, trata de personas para su explotación sexual y contrabando de armas. El primero y el último se persiguen de oficio. El tráfico de mujeres y menores para la prostitución, no, pero mueve 1.825 millones de euros al año en España, 25.000 en el mundo y 12 millones de mujeres son víctimas de la trata en 160 países. En nuestro país la mayoría vienen de Rumanía, Colombia, Paraguay o Nigeria.

La prostitución como esclavitud aún se ve con tolerancia o indiferencia; como un asunto privado, pese a estar reconocida desde la Conferencia de Pekín y por organismos internacionales, como ONU-Mujer, como una de las peores manifestaciones de la violencia machista. Pero también nos concierne. La neutralidad en este caso es una forma de complicidad con los criminales.

Por eso digo: ¡Bien por Cosidó! Él no será cómplice.

El anuncio de la lucha contra esta lacra por el procedimiento de disuadir la demanda y que ello sea un «objetivo de Estado» para la Policía Nacional es un acierto, como lo es fijar a Suecia como referencia. En 1999 promulgó una ley que penaliza la compra de servicios sexuales y reconoce a la prostitución como violencia contra quienes son sometidas a ella. Las sanciones van desde una multa hasta seis meses de prisión. En esta ley se tuvo en cuenta algo tan obvio como desapercibido: la oferta solo es viable si existe demanda, por eso la ley sueca culpabiliza al demandante y le hace responsable del delito. Desde su entrada en vigor, la prostitución callejera casi ha desaparecido y la de los locales cerrados ha caído en picado. En la investigación sobre el impacto que ha producido la ley se afirma que desalienta y dificulta la labor de las mafias y que supuso un incremento del estímulo para policías y fiscales a la hora de investigar y perseguir a proxenetas y traficantes.

La prostitución no es el oficio más viejo del mundo, porque para serlo debería ser compatible con la dignidad de su cometido. Sí es una de las formas más antiguas de explotación de seres humanos. Tanto como la esclavitud, con la que comparte el hecho de que para que exista tiene que haber compraventa. Del mismo modo que para que exista corrupción tiene que haber quien corrompa y quien se deje corromper.