A sus órdenes

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

01 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Si quieres conocer a alguien, dale poder. La reflexión se le atribuye a Abraham Lincoln, que algo sabría de los efectos que el mando ejerce en las personas. Ganar es muchas veces una droga de adicción descomunal que transforma a los individuos en tiranos o en gilipollas. O en las dos cosas. De hecho, muchos fracasan cuando intentan gestionar la euforia de la victoria, el chute de autoestima que proporciona vencer. En eso están, por ejemplo, los chicos de Podemos, que antes siquiera de saltar a la piscina comercian ya con el explosivo del éxito. Algo tiene que ver esa droga con el gesto displicente de la última entrevista a Pablo Iglesias. Pero es que todo el universo Podemos se ha contagiado de ese ardor. En ese proceso negociador que se ha abierto en casi todas las ciudades, ellos tienden a bajar a la arena con un repentino ademán de suficiencia que en privado reconocen muchos de los que también buscan alternativas al sistema. Cuidadín con la soberbia.

Al otro lado del nuevo bipartidismo, el PP ejerce el poder como si siempre hubiesen estado ahí, lo cual a lo mejor incluso es cierto. La autoridad es aquí una condición que se transmite en vertical y los puestos se asignan por decisión divina. Sorprende esa dejación voluntaria de soberanía individual de todos los que están en expectativa de destino, ese «haré lo que considere el partido» con el que se despachan en público, esa capacidad para obedecer y aceptar destinos profesionales diversos que alguien decide por ellos. Desde julio sabía Feijoo quiénes eran los elegidos para representar al PP en las ciudades gallegas. Eso es mandar: conocer el destino de alguien mucho antes de que ese alguien lo sepa.