Querido votante del PSOE

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

25 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Solo hace falta una pizca de empatía para intrigarse por las tribulaciones sentimentales de un votante del PSOE. Nadie como él ha tenido que entender que los políticos tienen el alma de la ideología voluble y que las promesas electorales son como la zanahoria que se le muestra al burro, un apetitoso anzuelo diseñado para pescar votos. Desde aquel «la OTAN de entrada no» que Felipe se zampó durante su primer desayuno en Moncloa, los socialistas han sabido desconcertar a los suyos con la precisión tramposa de un nigromante. Supongo que la decepción se hizo carne el día que Zapatero convirtió la Constitución en el ticket del súper y obligó a los españoles a pagar a escote la diarrea presupuestaria de los años del despilfarro. Pero hace tiempo que el PSOE coquetea con dos máscaras, la de las promesas que le hace a sus votantes cuando está en la oposición y la de sus hechos de gobierno. Luego está Zapatero. Su cena con Iglesias y Monedero en el ático chic de José Bono se verá con los años como la foto de la tortilla en los pinares de Oromana en la primavera del 74. Vista hoy, aquella imagen de González, Guerra, Luis Yáñez, Carmen Ordóñez y unos cuantos chicos del PSOE se entiende como la celebración campestre de un nuevo tiempo político que ellos asumieron a partir de 1982. Y ese es el problema de la foto de la buhardilla de la calle Velázquez. El atribulado votante del PSOE puede entender esa cena como unas capitulaciones en las que el viejo PSOE, con la credibilidad arrasada por los pecados cometidos, entrega el alma de la socialdemocracia a los cachorros. Por eso en la ceremonia no estaba este secretario general de cartón piedra. No me digan que no es difícil ser militante del PSOE.