Adiós a los «tiempos normales»

Xosé Carlos Arias
Xosé Carlos Arias VALOR Y PRECIO

OPINIÓN

09 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Un informe reciente del banco de inversión Goldman Sachs de amplia repercusión nos informa de dos hechos críticos. Primero, que transcurridos más de seis años desde el colapso bancario, la senda de la recuperación norteamericana está por debajo de la experimentada en cualquier otra recesión desde los años cincuenta. Y segundo, la trayectoria europea es mucho peor que la norteamericana. Con este panorama de fondo cunde la impresión de que estamos ante un parte aguas de la historia contemporánea, y que ya nada volverá a ser igual a lo que conocimos a principios de este siglo. ¿Será efectivamente así?

Siendo pretenciosa cualquier respuesta taxativa a ese interrogante, sí cabe constatar que a lo largo de los últimos meses las dos expresiones de moda en los altos círculos económicos son «recesión de balance» y «estancamiento secular». Ambas están bastante relacionadas entre sí y parecen apuntar a un cambio en las tendencias profundas de la economía. La idea de recesión de balance es cada vez más utilizada por organismos tan ortodoxos como el Banco de Pagos de Basilea para identificar lo que nos está pasando: mucho más allá de una simple contracción cíclica, la recomposición general de los balances de bancos, empresas y particulares después de la implosión de una gran burbuja lleva a un desendeudamiento masivo, por lo que su factura será muy onerosa y tardará mucho en ser plenamente pagada. De hecho, no lo será del todo hasta que se corrijan las deficiencias estructurales que la fase de auge ocultó temporalmente. Desgraciadamente, una visión de este tipo, que se empezó a usar para intentar explicar los problemas del Japón de los años noventa, cuadra ahora muy bien a una economía como la española.

En torno a la tesis del estancamiento secular se han celebrado numerosos seminarios en todo el mundo desde que el famoso economista norteamericano Larry Summers la pusiera en circulación hace aproximadamente un año. Aunque quienes la propugnan difieren en muchos puntos, en algo están de acuerdo la mayoría de ellos: será necesario mantener durante bastante tiempo tipos de interés negativos para conseguir crear algo de empleo, con una amenaza continuada de deflación. La ya mencionada reducción general de la deuda, la desigualdad y sus efectos sobre la débil demanda, la demografía a la baja, el choque con el medio ambiente o, en algunas versiones, las dudas sobre los ritmos de la innovación técnica: todo apunta a tasas bajas de crecimiento durante bastante tiempo en el mundo industrializado.

A propósito de todo ello, el economista siempre original James Galbraith acaba de publicar su libro The End of Normal, de lectura muy recomendable, en el que concluye que la economía que viene será de tasas de expansión muy reducidas. La cuestión es si eso tiene que ser forzosamente negativo, o si no podemos ver también en ello la oportunidad para un nuevo arranque, hacia un crecimiento más ordenado y sostenible.