Tarde y mal

Carlos Agulló Leal
Carlos Agulló EL CHAFLÁN

OPINIÓN

28 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Rajoy, y todos los demás, piden ahora que no se eche más leña al fuego de la corrupción. Que los ciudadanos no los metan a todos en el mismo saco, que los periódicos no contribuyan a que cunda la sensación de que es un mal generalizado. Como si la culpa fuese más nuestra que de ellos, de quienes tienen el mandado, y deberían tener la capacidad, para cortarlo de raíz. Y no lo han hecho, ni los unos ni los otros. Por acción o por omisión. Por más que digan que si todo esto se destapa es porque los mecanismos de control funcionan.

En relato de Rajoy sobre la cuestión es impecable: se empieza por demonizar a los políticos, se sigue por anular la política y se termina por cargarse la democracia. Exacto. A lo largo de la historia hay casos sobrados. Pero, si como dijo ayer en el debate en el Congreso, un solo caso de corrupción es mucho, ¿por qué hay que esperar a que la situación se haga irrespirable para esbozar unas medidas que, casi seguro, a los ciudadanos asqueados le parecen humo de rama verde? Si alguien se está cargando la política parece que son más bien los que la ejercen y no quienes, por culpa de tan malas prácticas, la padecen.

Porque todas las propuestas (a las que la oposición resta valor, pero tampoco aporta nada mucho mejor, y se vuelven a enredar en los casos que cada cual trata de ocultar bajo la alfombra), son en realidad un propósito de la enmienda. Porque hay pecado. No generalizamos ni condenamos sin juicio, pero hay que hacer un esfuerzo grande para creerse la sinceridad de la confesión cuando tanto se demoró., por ejemplo, el cese de Ana Mato. Lo resumió Feijoo a la perfección: «Deberíamos haber actuado antes». Pues eso.