España sí está corrompida

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

28 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

La tarea más urgente y dolorosa que tenemos ahora mismo los ciudadanos de este país es convencer al presidente del Gobierno y a los suyos de que la corrupción no son «unos pocos casos». Tendremos que hacerlo a la vista de que las fuerzas parlamentarias no están por la labor, o no lo logran. Porque la corrupción no debe de ser una anécdota cuando se alza como la segunda gran preocupación en la vida del 82 % de los españoles, que es una mayoría silenciosa por la que el presidente Rajoy dice sentir tanto respeto.

Asegurar a las pocas horas de verse obligado a cesar a una ministra por «participar a título lucrativo» de una trama de piratas, que la corrupción puede combatirse con media docena de medidas, parece más bien una inocentada. Prácticamente las mismas medidas que hace dos años. Y hacerlo cuando acaban en la cárcel un compañero exministro, un amigo tesorero y otro amigo significado diseñador de aeropuertos para paseantes, es mostrar un escaso respeto por la sociedad que se madruga cada mañana con un nuevo escándalo. Tiene razón el presidente cuando dice que «la mayoría de los políticos son decentes», pero carece de rigor cuando asegura que «España no está corrompida». Eso solo lo piensa él.

Hemos hecho del pillaje y del expolio una forma de vida. Desde la Casa Real al Ayuntamiento más diminuto, pasando por autonomías, diputaciones, grandes o pequeñas empresas y Administraciones varias, se han venido lucrando de negocios indebidos. También lo hicieron miembros de todos los partidos; incluso los «salvapatrias de las escobas».

Por eso no basta con decir que «quiero que quien la haga, la pague». Eso lo queremos todos los parroquianos que decimos que la corrupción es aquí ya una cultura y una forma de entender la gestión pública. Un agujero que se nos lleva todos los años el 4 % del PIB. Un saqueo que nos destroza el Estado de bienestar. Y un cáncer que nos corroe porque quienes tienen que decidirse a extirparlo, no lo hacen.

Lo primero que hay que hacer para combatir una enfermedad es ser conscientes de que se padece. Y esa es la ardua labor que nos queda a los ciudadanos. Porque el presidente Rajoy aún no se ha enterado de que España está gravemente enferma.