Política y vértigo

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

27 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Vivimos en tiempos instantáneos. Todo a la velocidad de la Red. Clic. Clic. La realidad es una pantalla. Ana Mato dimitió como ministra con un comunicado en el que insistió que no estaba imputada, aunque el juez Ruz solo unas horas antes la incluía en el auto como posible responsable civil por hallar indicios de que se había lucrado con el dinero que su exmarido obtuvo de la trama Gürtel. Mato no pudo ni consultarlo con la almohada. A las ocho y pico de la tarde de ayer, después de una conversación de más de dos horas con Rajoy (según cronistas) dejaba el Gobierno. Y es que no están las urnas como para mirar hacia otro lado. Ya había librado de la crisis del ébola, donde fue sustituida por la vicepresidenta sin dejar el ministerio. Aunque su puesto estaba amortizado, la rapidez de los acontecimientos demuestra que en el PP han tomado nota. Mato no es el ejemplo, pero está por ver si esta fusión que se ha puesto de moda entre política y vértigo (y tú más) nos lleva a algún lugar. Está claro que la corrupción es incompatible con el ejercicio de la política (y de la sensatez), pero la reflexión no debe ser arrojada a la cuneta. Pensar antes de decidir y templar con la mente el corazón es muy sano cuando lo que está en juego es el futuro de todos. El tempo (bien lo saben los melómanos) es fundamental en la vida. Ni vamos a ningún sitio con un adagio cuando lo que hay es que operar, ni tiene sentido aplicar a todo un allegro o un presto. Esta lógica crónica de una dimisión anunciada no puede convertir toda acción de gobierno en una curva sin peraltar.