Juncker, Angelina

OPINIÓN

26 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

En España, el PSOE está herido y Pedro Sánchez un día se saca de la manga una sopa de letras y otro vende una rectificación de un artículo constitucional que fue modificado por su propio partido. Brindis al sol. Y a la sombra. En el Reino Unido, el laborismo tampoco pisa sobre un camino de rosas. Necesita reconquistar Escocia, su granero tradicional de votos. Y allí siguen ganando terreno los nacionalistas como Némesis de los conservadores, como cazadores del fantasma de Margaret Thatcher, ese que todavía arrastra sus perlas por las calles de Glasgow. Los laboristas apoyan la aplicación de nuevos impuestos a los propietarios de mansiones millonarias. Y Angelina Jolie, que sería uno de los ilustres afectados, amenaza con marcharse. Una nueva emigración henchida de Botox y glamur. Después siempre podría usar su experiencia para dirigir alguna película sobre las injusticias, el desamparo y el desarraigo. ¿Quién sabe?

Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, también tiene un plan, una inyección de dinero para, presuntamente, crear empleos en Europa. Superó la moción que se le planteó tras destaparse el escándalo de Luxemburgo, un país que, bajo su mandato, ejercía de garrapata chupando impuestos de grandes empresas. Mientras, a otros Estados les hacía sangre la hebilla del cinturón de la austeridad. Juncker salió airoso del lío, bendecido por la Europa oficial, pero necesita un lavado de cara. Ahí van unos fondos para lograr 1,3 millones de puestos de trabajo.

Solo Angelina tiene la solución en su mano. Que hable con Juncker para mudarse a Luxemburgo. El Gran Ducado tiene un nombre rimbombante, aunque no es Londres. Pero en la crisis hay que conformarse con las marcas blancas.