El mito cruel del Estado palestino

OPINIÓN

17 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Si Federica Mogherini -la Mrs. PESC de Juncker- leyese los periódicos, no tendría ninguna duda de que el término Estado se está ahogando en su absurda polisemia, y que la inminente creación del llamado Estado palestino puede no ser más que otro ejemplo de Estado fallido en el que ser y no ser significan exactamente lo mismo.

En la actualidad hay un Estado Islámico que es terrorista, fundamentalista, sin población ni territorio definidos, que se ha ganado un lugar destacado en la política exterior de las grandes potencias. También hay un Estado del Kosovo que Europa creó para hacer rabiar a Serbia, y que hoy constituye un forúnculo infectado de mafias en la región de los Balcanes. Existen igualmente Estados fallidos y caóticos, como Libia, Siria, Afganistán e Irak, para los que nadie tiene solución. Existe un Estado de Ucrania que tanto la UE como Rusia se pasan alternativamente por el arco de triunfo, y que constituye el único germen de guerra presente en Europa. Y el Estado de Liechtenstein, donde todos se hacen ricos a base de institucionalizar el fraude fiscal y la deslealtad a la UE. Y el Estado de Nigeria, al que la guerrilla de Boko Haram tiene al borde del caos y chulea con inefable facilidad. Y los Estados de Etiopía y Eritrea, que sirven para que la miseria pueda guerrear contra la miseria. Y así hasta el infinito.

Con este panorama, no es fácil saber qué es lo que la señora Mogherini quiere fundar en Palestina. Porque si el problema fuese de definiciones, Palestina, que teóricamente forma parte de un Estado democrático, laico, rico y soberano, ya no sería un problema, y hasta podría encontrarse entre las regiones más felices del mundo. Pero la dura verdad es que el Estado de Israel, que es en teoría todo eso que acabo de decir, funciona como un Estado fundamentalista, que no reconoce sus propias leyes, que mantiene en apartheid a la mitad de su población, y que usa el ejército y la guerra para socavar el desarrollo de los palestinos y mantenerlos sometidos a su dictadura efectiva. Y por eso hay que hacerle a la señora Mogherini la pregunta del millón: ¿qué va a ser el Estado de Palestina? ¿Un país libre y soberano en toda su extensión, o una cárcel de oro, pagada por los propios presos, que seguirá siendo manipulada y sometida a capricho por del Estado sionista?

Si la Unión Europea tuviese una PESC seria y sincera, se pensaría mucho las cosas antes de aceptar esta trampa saducea que le están tendiendo. Pero me temo que eso no va a ser posible, porque los suecos, que en esto siempre van de yuppies, ya empezaron rompiendo la unidad y jugando a la política exterior con el dolor de Palestina. Y por eso vamos a hacer otra pirueta jurídica -la número 1.000-, mientras el pueblo palestino se sume en la desesperación, la injusticia y la miseria, per in saecula saeculorum, amen.