Heroína

Xosé Ameixeiras
Xosé Ameixeiras ARA SOLIS

OPINIÓN

23 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Löw, un personaje de las viejas leyendas judías de Praga, ideó un ingenio que le advertía de la presencia de la muerte. Así, logró eludirla durante mucho tiempo. Ya muy anciano, parientes, amigos y discípulos quisieron celebrar por todo lo alto su cumpleaños. Estaba tan feliz que ese día dejó el artilugio en un rincón y al recibir una rosa de su nieta más joven cayó fulminado. La muerte se había disfrazado de gota de rocío entre los pétalos de la flor, como intentó llevarse a Teresa Romero salvando los protocolos del ébola. La auxiliar de enfermería gallega logró eludirla en una dura lucha. Aislada en su habituación del Carlos III posiblemente se viese como colgada en un abismo y agarrada a una rama muy débil, pero ha conseguido huir de las fauces de la muerte. Cuando salga de su encierro será otra persona totalmente distinta, porque ella misma se ha creado su propia leyenda, aunque involuntariamente. Se ha convertido ya en la heroína española del ébola.

Hay muchos sanitarios que se entregan sin miramientos a salvar vidas sin advertir del peligro que corre la suya propia. Uno así está en Santiago: Rafael Romero, un médico de paciencia suprema al que sus pacientes adoran. Le pondrían velas y le dedicarían oraciones como a un santo, pero es de carne y hueso.

Por eso hace falta tener el alma muy hueca para intentar echar lodo sobre alguien que ha puesto en juego su existencia para salvar la de otro ser semejante y haber sucumbido a la contaminación por el virus del ébola, una trampa sanitaria que puso a todo el país al borde de la histeria. Una sociedad sin humanidad es como un motor sin aceite, gripa. Los valores de Teresa son los que permanecerán en la memoria colectiva. Lo otro, mejor olvidarlo.