El bochorno de Kobani

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

OPINIÓN

Un tanque turco permanece vigilante frente a Kobani.
Un tanque turco permanece vigilante frente a Kobani. A. M. < / span>afp< / span>

12 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

En lo peor de los graves disturbios del año pasado en el parque Gezi de Estambul, CNN Turk, un canal muy cercano al Gobierno de Erdogan, se dedicó a emitir un documental sobre pingüinos. El martes pasado, en una jornada particularmente sangrienta en las manifestaciones de los kurdos contra la inacción de Turquía contra el Estado Islámico, CNN Turk emitió otro documental, esta vez sobre la vida de las abejas. A este paso, los turcos van a saber mucho de zoología porque la actitud ambigua de sus autoridades respecto a la guerra civil siria amenaza con agravar unas protestas en las que ya han muerto más de 20 manifestantes. A Erdogan, sin embargo, parece que le da igual echar por la borda todos los avances que había logrado en la reconciliación con los kurdos en Turquía.

La estampa de los tanques turcos apostados impasibles en las colinas que dominan Kobani, el enclave kurdo en Siria a punto de caer en manos de los islamistas, es una escena digna de El poder cambia de manos, de Czeslav Milosz, en el que el nobel polaco describía cómo el Ejército soviético esperaba al otro lado del Vístula a que los alemanes aplastasen la resistencia de Varsovia antes de entrar en la ciudad. ¿Qué es lo que quiere Turquía? Lo que todos en esta guerra del «cada uno a lo suyo»: sacar partido de la situación y ajustar las cuentas del pasado. Estados Unidos se ha obsesionado con derrocar a la dinastía Al Asad, que ya no era una amenaza, aunque haya sido a costa de fortalecer a quienes sí lo son. Turquía ve también la oportunidad de ganarle la guerra al nacionalismo kurdo con el que ya había hecho la paz. A veces el odio se convierte en una forma de nostalgia. También en una variante de la estupidez: al parecer los policías turcos que reprimen a los kurdos gritan eslóganes del Estado Islámico. Estos son nuestros aliados en la lucha contra el califato, las botas sobre el terreno con las que se sueña en los pasillos de Washington para enfrentarse a los yihadistas. De hecho, los norteamericanos no se atreven a mantener contacto con los defensores de Kobani para no irritar a Estambul. Prefieren ignorar que en su coalición tienen una media docena de países que estarían posiblemente más cómodos luchando con el otro bando. El resultado: sin coordinación con los asediados es normal que los ataques aéreos estén resultando un fracaso.

Cuando Kobani caiga se representará el último acto de este bochorno: los turcos detendrán a los supervivientes que logren escapar al otro lado de la frontera, como ya ha sucedido con 200 de ellos. Puede que entonces Turquía decida finalmente intervenir, pero será para establecer un colchón que le permita mantener controlados a los kurdos en el futuro, para descargar allí la masa de refugiados sirios que ahora soporta dentro su territorio y para seguir monopolizando la distribución de dinero, armas y ayuda a la oposición siria. Quién sabe si CNN Turk emitirá entonces un documental sobre el buitre leonado.