La paranoia catalana

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

04 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Albert Boadella, fundador de la compañía teatral El Joglars, fue, con sus obras, un fustigador implacable del franquismo y del pujolismo. Pero, mientras que satirizar el franquismo le valió el aplauso casi unánime de la sociedad catalana, atacar al intachable Pujol (en Ubú, rey, por ejemplo) lo forzó a exiliarse en Madrid. Boadella creía -y cree- que una sociedad libre y democrática debe utilizar la cultura para hacer autocrítica. Pero la autocrítica era lo que menos estaban dispuestos a tolerar Ubú Pujol y los suyos.

Boadella denunció entonces que las sentencias del Tribunal Supremo y el Tribunal Superior de Cataluña en materia lingüística no se estaban cumpliendo «y nadie hace nada». Por el contrario -dijo-, en Cataluña hay ya dos generaciones que han sido educadas en el rechazo de todo lo español y que están convencidas de que el resto de España está contra Cataluña y se aprovecha de ella». Es una «interpretación paranoica», añadió, y por ello, «el diálogo es muy difícil y solo queda aplicar la Constitución».

Como les ocurre hoy a otros españoles, Boadella sostiene que en el desarrollo del Estado de las autonomías se cometieron errores graves. El mayor de todos -según él- «fue el traspaso de las competencias de educación», porque con ello «les dieron el efectivo militar». Así lo explicaba a comienzos de este año en una conferencia en la Facultad de Derecho de la Universidad de Valladolid. En Cataluña, dijo entonces, «hay un estado de degradación en todos los sentidos» y Pujol fue lo peor que le ha ocurrido a esa comunidad «en los últimos trescientos años», es decir, desde 1714 para acá.

Lo que el dramaturgo ve -y ha denunciado- es lo que llamó «un desistimiento del Estado» y una huida hacia adelante del «Gobierno patético» de Artur Mas. Una realidad sobre cuyo desarrollo futuro no tiene la menor duda. El Gobierno catalán no dará marcha atrás en su intento de convocar un referendo por la independencia si el Ejecutivo central no aplica la ley. Esto llevó a Albert Boadella a reiterar -como en anteriores ocasiones- que Mariano Rajoy no tiene otro camino que prohibir la consulta «ya que, en caso contrario, perdería toda la autoridad ante el resto de los españoles».