El nacionalismo glotón y los retos de España

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

01 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

En este país llevamos muchos meses dándole vueltas a la noria del problema catalán. El desafío de los nacionalistas ha sido de tal gravedad que a nadie le puede extrañar que hacerle frente con el sentido común y con la ley haya concentrado, y concentre aún, gran parte de las energías de los que sabemos lo que España y la UE se juegan en el envite sectario e insolidario del independentismo.

Pero esa realidad, la de un nacionalismo glotón que solo piensa en su barriga y que vive obsesionado con sus delirios de grandeza, no puede hacernos olvidar que España atraviesa una situación económica y social de extrema gravedad, situación que, gracias a Mas y compañía, ha desaparecido prácticamente de nuestro debate público, algo que, además de ser un disparate, constituye una tremenda injusticia con quienes las están pasando canutas por culpa de una crisis que el nacionalismo catalán ha logrado meter en las catacumbas de la información.

Es así como la última majadería de Junqueras tiene más peso mediático que si el paro sube o baja, como las constantes baladronadas de Mas le ganan la partida por la mano a los problemas de la sanidad o la educación, o como, en fin, las dudas de un PSC, que dice el lunes una cosa y hace el martes la contraria, ocupan más espacio en televisiones y periódicos que las críticas y alternativas del PSOE a la política fiscal del Gobierno de Rajoy.

Y la verdad es que ya está bien. Sí, ya está bien de que una parte de los catalanes se crean con derecho a que todos tengamos que estar pendientes de eso que muchos llaman en el encaje de Cataluña en España, cuando España tiene miles de problemas que resolver mucho más graves y mucho más urgentes que los derivados de las incomodidades identitarias de la comunidad que más ha influido en las cuatro última décadas en la política española. ¿O es que algún presidente autonómico ha superado a Pujol, ese que riñe ahora al Parlamento catalán en lugar de darle explicaciones por sus trapacerías, en mando en plaza?

Los españoles hemos demostrado a lo largo de cuatro décadas una infinita paciencia con los nacionalistas vascos y catalanes, que han recibido mucho más de lo que han dado, que han sido tratados por el Estado con una lealtad a la que muy raras veces han correspondido y que han sembrado de dificultades la convivencia interna en el País Vasco y Cataluña y las relaciones entre esos dos territorios y el resto del país.

Sí, la verdad es que ya está bien y empieza a ser hora de decir con claridad que los parados de larga duración, los jóvenes sin empleo, los ancianos desprotegidos, los desahuciados, los estafados y todos los perjudicados por esta crisis de caballo piden el lugar del que han sido barridos por el estado de delirio en que el nacionalismo ha logrado convertir la política española.