Los «top ten» de la Galicia turística

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

01 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Tenía una tarde ociosa y, navegando lentamente en el ordenador, encontré una página con los top ten de casi todo. Pinché en el apartado de viajes y miré en qué categorías había referencias a Galicia. Las mejor posicionadas eran nuestras playas: unas veces As Catedrais de Ribadeo, la más citada; otras, la de Bares al pie de la Estaca y también la de Rodas en las Cíes. El segundo lugar mejor colocado era, como es lógico, Santiago de Compostela, una de las diez ciudades para visitar en España. En tercer lugar aparecieron los tranvías más bellos del mundo. Y aquí saltó la sorpresa: el tranvía de A Coruña estaba entre ellos, con Lisboa, San Francisco, Viena y otras seis ciudades muy conocidas. Finalmente, entre los lugares recomendados de Galicia repetían siempre, además de algunos citados, la torre de Hércules, la muralla de Lugo, la Ribeira Sacra, el castro de Baroña, el cabo Finisterre, el monte de Santa Tecla y San Andrés de Teixido.

Una vez que cerré el buscador me puse a pensar en qué medida protegemos o promocionamos nuestros valores turísticos recomendados. Evidentemente, Santiago de Compostela es la única que supera con éxito cualquier valoración, aun a pesar de la amenaza de convertirse en un parque temático. De las playas, la de las islas Cíes es la mejor protegida, porque lo que esta ocurriendo en la extraordinaria playa?monumento de As Catedrais es inconcebible. La Xunta tiene que actuar si no queremos enrojecernos por los comentarios de los visitantes. En el resto, aunque queda por hacer mucho, las valoraciones son positivas. Lo más curioso es el tranvía de A Coruña. La ciudad tiene imágenes que ya empiezan a ser iconos turísticos en la red, pero el tranvía es el mejor posicionado, pese a lo cual el gobierno local ha levantado una parte del tendido, mientras los tres tranvías históricos se oxidan en las cocheras.

Por lo demás, y para resumir, constatamos una vez más que nuestra política turística y cultural tiene aún muchos vacíos que cubrir y muchos lugares que proteger y promocionar, pero debe hacerse pensando más en cómo nos ven desde fuera que en cómo nos vemos nosotros mismos.