Un ejemplo para cambiar la visión del deporte

Iván Raña

OPINIÓN

01 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Recuerdo que hace doce años, cuando me proclamé campeón del mundo, apenas había posibilidades para que una marca apoyase a un triatleta. Había incluso que explicar de qué se trataba ese deporte que nos maravillaba a unos pocos. Pensar en una retransmisión de televisión, en grandes impactos en prensa, era un sueño que parecía inalcanzable. Pero estábamos equivocados. Hoy, no solo hay marcas y televisión, también hay algo más importante, el reconocimiento de que lo que hacemos es valioso para la sociedad. Y en ese sentido, Javier Gómez Noya ha contribuido como pocos a que ya sea una realidad. Con sus hazañas, con su constancia, ha contribuido a cambiar la visión no solo del triatlón, sino del deporte. Para quienes dimos algunos pasos a su lado, es un auténtico orgullo.

Porque no olvidemos que Javier se ha formado en Galicia, no en Australia, donde a cada palmo de terreno tropiezas con una piscina olímpica rodeada de idílicos jardines, en la que se puede moldear el talento con total comodidad. Aquí, sin embargo, todavía hay que pagar para acceder a una lámina de agua en condiciones o para correr sobre una pista de atletismo. Quiero creer que sus cuatro títulos -y los que sin duda todavía llegarán- están sirviendo para que la mentalidad de la gente cambie, para que aprecie que el deporte es salud y que la salud es el bien más preciado que nadie jamás puede alcanzar. Quiero pensar que en el futuro no será necesario que otro Gómez Noya tenga que abrirnos los ojos, que con estas proezas aprendamos de una vez por todas la lección.

Aunque, para ser sincero, disfruto como un enano cada vez que Javier nos da otra de sus clases magistrales. Ayer hasta me dio la impresión de que ni siquiera quiso usar todo el combustible. Se dejó llevar cuando Mario Mola esprintó por el segundo puesto, pero si lo hubiese necesitado, probablemente habría atravesado la línea de meta en ese segundo peldaño del podio. Porque sobre distancia olímpica, cada temporada que pasa lo veo más sólido. Para mí, ya lo dije en varias ocasiones y este año solo ha servido para que me reafirme, Javier es el triatleta más completo del mundo. Quizás, Alistair Brownlee sea capaz de realizar una exhibición deslumbrante en una carrera determinada, pero cuando es preciso prolongar los méritos a lo largo de 365 días, Javier es incomparable. Y lo es porque se entrega en cuerpo y alma al deporte desde la mañana a la noche, porque en su ya larga trayectoria no se ha despistado ni un solo fin de semana. Profesional es la palabra que mejor define a Javier. Puede parecer vacía de contenido cuando se habla de una leyenda de su dimensión, pero a veces las cosas sencillas son las más grandes.