Las trampas de la deuda

Xosé Carlos Arias
Xosé Carlos Arias VALOR Y PRECIO

OPINIÓN

06 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

En las últimas semanas se han producido dos acontecimientos en los mercados financieros internacionales que, siendo muy diferentes en su naturaleza y significado, apuntan sin embargo hacia algunas conclusiones comunes: el hundimiento en Portugal del Banco Espírito Santo y la suspensión selectiva de pagos por parte de la República Argentina han venido a recordarnos que, a pesar de haberse hecho un sobreentendido en la línea contraria, los peligros no han desaparecido del escenario de las finanzas globales, aunque la perspectiva general sea mucho más estable que hace un par de años. Más aún, en relación con los dos casos mencionados, es difícil escapar a la impresión de que algunos de los graves problemas que se pusieron de manifiesto hace ya siete años, apenas han sido corregidos, y ello a pesar de la mucha retórica desplegada en torno a las «reformas»: en el ámbito de los mercados financieros, desde luego, pocas reformas profundas ha habido. Lo que quiere decir que la salida de la crisis podría ser -al menos en este aspecto fundamental- en falso.

Por ejemplo, creíamos haber aprendido lo suficiente sobre los fallos en la supervisión bancaria como para evitar que se reprodujeran durante una buena temporada. Sin embargo, en el caso Espírito Santo, el Banco de Portugal acaba de doctorarse en ineptitud: hace apenas unos meses consideraba a ese banco como enteramente sano y solvente. Quizá esta entidad no sea suficientemente grande como para considerarla «sistémica» en el conjunto europeo, pero dentro de su propio país no hay duda de que sí lo es, por lo que la recuperación de la economía vecina se ha hecho aún más azarosa de lo que ya era.

El default parcial y provocado por fallo judicial de la deuda argentina plantea otro tipo de problemas. Como se sabe, aquel país solo consiguió salir de la debacle financiera del 2001 con un proceso muy complejo de reestructuración de su deuda soberana, que llevó consigo quitas enormes en el valor de los títulos. Aunque la mayoría de los inversores aceptaron el cambio, algunos de ellos -sobre todo los famosos fondos buitre, que los compraron a precios de saldo- optaron por litigar, lo que ha provocado el reciente fallo del tribunal de Nueva York.

A muchos habrá sorprendido, con razón, este hecho: ¿Por qué una corte norteamericana? ¿No habría sido mucho más lógica una decisión por parte de algún tipo de organismo internacional? Pues sí, ciertamente, y la cuestión importa mucho, dado que aún viviremos bastantes episodios de quitas. El problema es que un organismo así -un tribunal internacional de quiebras o como se le quiera llamar- no existe. Su creación debiera haber sido una parte fundamental de las reformas hacia una gobernanza global de las finanzas, acerca de las cuales nos hicimos muchas ilusiones a finales del 2008, cuando el G-20 se comprometió a iniciarlas sin demora. Lo dicho: la salida de la crisis financiera podría ser en falso.