Nieblas

Gonzalo Ocampo
Gonzalo Ocampo EL RETROVISOR

OPINIÓN

01 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Cuando las nieblas abordan las carreteras, se vuelven en el primer enemigo ambiental para el tráfico y tantas veces propician accidentes extremos. Este reciente episodio en la A-8 es buena prueba.

El texto inglés Driving, algo así como el catecismo de la seguridad vial, en el capítulo Conducción en autopista, dice que «en el caso de que hubiese niebla, la única regla de seguridad es que debemos ser capaces de detenernos totalmente dentro de la distancia sobre la que se tenga buena visibilidad».

Sin embargo, un desastre como este de Abadín es capaz de invalidar la regla. A la niebla, tantas veces no se la espera, y puede aparecer tan densa como cegadora. Y uno se pregunta si acaso las tecnologías aplicadas a la meteorología permitirán prever la llegada de nieblas a las carreteras.

Tal vez sí, y, en ese caso, los servicios de vigilancia del tráfico, como cuantos tienen que ver con la protección civil, no esperan a la niebla, se anticipan a ella, de modo que los mecanismos de la previsión fuerzan medidas que, aún siendo limitativas, evitan desgracias.