Objetivo día 30: ganar tiempo

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

23 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La noticia solo tiene de nueva la fecha: el 30 de julio, dentro de una semana. El resto es conocido, porque todos sabíamos que se iban a reunir, cómo se gestó la entrevista e incluso con qué ánimo llega cada uno al encuentro? ¿le llamamos histórico? Yo creo que sí, que se lo podemos llamar por adelantado por dos motivos: porque, si hay acuerdo, se habrá empezado a resolver el mayor problema de unidad territorial que ha tenido España desde que en la II República se proclamó (inútilmente) el Estado catalán; si no lo hay, estamos condenados a una confrontación que superará con mucho la dimensión de esa jornada.

La reunión tiene dos serios inconvenientes iniciales, uno por cada parte. Por la de Artur Mas, que viene con la necesidad de llevarse algo, de acuerdo con la tradición en esa permanente tensión en que ha desembocado el Estado de las autonomías. Con Suárez se llevaron el primer poder territorial, con Felipe más dinero, con Aznar más competencias, con Zapatero un Estatuto de autonomía que resultó un desastre nacional, y con Rajoy no se han llevado ni buenas palabras, y ahí está una parte del problema: que Rajoy es visto en Cataluña como un puñetero centralista y en el resto de España está preso de un exigente estado de opinión que no admite que el separatismo tenga premio: ni arreglo financiero, ni reconocimiento identitario.

Por parte del presidente Rajoy, lo muy sabido: que ni quiere ni puede salirse de la Constitución. Sobre todo, no quiere, porque si algo han hecho los Gobiernos en este país ha sido utilizar una manga ancha kilométrica para interpretar la legislación, sobre todo la constitucional. Y como Mas está comprometido hasta la entrepierna en su referendo y todo lo demás le parecerá poco, nadie se atreve a pronosticar qué cantidad de éxito tendrá la esperadísima reunión. Mucha gente pide diálogo. Por ejemplo, el 70 % de los empresarios catalanes; pero nadie dice sobre qué se debe dialogar, si para secesión pactada o para quedarse en España. Y, aunque se llegue con Mas a un acuerdo de unidad nacional, tampoco nadie sabe para qué sirve, si las próximas elecciones las gana Esquerra.

Es una situación de vértigo, porque una Cataluña lanzada a la independencia sería un desastre sin paliativos para los catalanes y para quienes no lo somos. Sin conocer mucho a Rajoy, pero vistas sus artes de Gobierno, entiendo que aspira a ganar tiempo. Es decir, terminar la entrevista con respeto institucional y con un seguiremos hablando, que da mucho de sí. ¿Se puede conseguir al menos eso? Solo tengo una esperanza: que Rajoy vaya con chistera de mago a la entrevista y saque un conejo después de decir «nada por aquí, nada por allá». A veces lo suele hacer.