Una deuda pública que no pagaremos nunca

Manuel Lago
Manuel Lago EN CONSTRUCCIÓN

OPINIÓN

25 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La deuda publica española avanza, mes tras mes, en el camino de convertirse en uno de nuestros peores problemas económicos. En apenas seis años hemos pasado de deber 360.000 millones de euros a 990.000 millones. Sobre este proceso cabe hacer, al menos, dos reflexiones.

La primera es que este endeudamiento desbocado pone en cuestión el discurso del Gobierno de Rajoy sobre su supuesto éxito en el control del déficit público. En lo fundamental, la deuda pública es el endeudamiento en el que incurre el Estado para financiar el déficit y, por lo tanto, la reducción del déficit implicaría menos deuda. Y sin embargo, no es eso lo que está sucediendo en la economía española. En el 2010 y en el 2011, los dos últimos años de Zapatero el despilfarrador, la deuda pública creció en 172.000 millones de euros, mientras que en el 2012 y en el 2013, los dos primeros años de Rajoy el ajustador, la deuda aumentó en 223.000 millones. ¿Cómo es posible que con déficit público formalmente menor la deuda haya crecido el 30 % más con Rajoy?

La respuesta está en el uso, y el abuso, de la contabilidad creativa: para cumplir con los compromisos de déficit el Gobierno no contabiliza diferentes gastos, como por ejemplo el saneamiento del sistema financiero. Pero esto es como hacerse trampas en el solitario, porque al final lo relevante es cuánto debemos y el volumen de la deuda sigue creciendo a pesar de los trucos contables.

La segunda es que esa montaña de deuda pública no se va a pagar nunca, sino que se va a centrifugar. Es una buena noticia porque en realidad no la podríamos pagar: necesitaríamos décadas con superávits presupuestarios muy elevados para devolver lo que nos prestaron, algo que no ha sucedido nunca, ni en el caso de España ni en ningún otro país de la Unión Europea.

Aunque suene raro leerlo, esto es lo que sucede con la deuda pública: no se paga sino que se refinancia, esto es, se difiere de forma indefinida en el tiempo y en ese largo plazo el crecimiento del PIB la diluye. Los datos lo demuestran: en los 20 años que van de 1997 al 2007, la deuda española bajó del 66 % del PIB a tan solo el 36 %, a pesar de que en esos años el volumen de la deuda aumentó en casi 50.000 millones de euros más. Esto es lo que ocurrió en el pasado y lo que tiene que volver a ocurrir en el futuro.

Y por eso es tan importante el crecimiento económico. De la crisis de deuda solo saldremos con un ciclo de crecimiento largo en el tiempo e intenso en sus efectos: una década con un aumento del PIB nominal del 5 % -la suma del crecimiento real y la inflación-, en un escenario de equilibrio presupuestario, reduciría el peso de la deuda pública hasta el 58 % del PIB, una cifra por debajo de la considerada adecuada en la ortodoxia neoliberal europea.