El padre taxista

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

24 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Primero, que quede claro que la de taxista es una profesión dura y digna. Hacen un servicio estupendo y son muchas las horas que tienen que estar al pie del acelerador para que rinda algo el trabajo. Pero una de las evoluciones del papel de padre, cuando los hijos empiezan a crecer, es la transformación en taxista. De padre a padre taxista. Llega el fin de semana y, cuando al fin libras, piensas que no tendrás que tocar el coche y justo te sucede todo lo contrario. La ley de Murphy. Colgado del coche de aquí para allá todo el sábado y todo el domingo. Con un horario ajustado que nada le tiene que envidiar a la agenda de un ejecutivo. Por supuesto, prohibido intentar dormir más (pero eso es algo que también sucede cuando los niños son bebés y pequeños). Ahora no puedes dormir más, porque tienes que llevar al niño a los partidos, a la niña con sus amigas. Al niño a las clases de música. A la niña a las funciones de teatro. Al niño a comprar otros zapatos, que los que tiene vuelven a estar destrozados. A la niña a cortarse el pelo, que ya no le vale la peluquería del barrio y quiere ir a una de moda. Cuando crees que llega el respiro, ya es la hora de recogerlos. Ser padre es ser taxista, solo que encima el que paga eres tú.