La madre de todas las resacas

Juan Ramón Vidal Romaní FIRMA INVITADA

OPINIÓN

05 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

En Galicia desde que existe historia nos sorprende cada invierno con vientos huracanados, olas de récord Guinness, destrozos en el litoral y naufragios. Debe ser eso que llaman el cambio climático. El litoral gallego ocupado y gobernado, es un decir, por la especie humana soporta los mismos hechos que cada vez nos parecen más graves no por un empeoramiento en las condiciones climáticas, sino porque la intervención humana en el litoral es cada día mas exagerada y agresiva.

Cualquiera que tenga uso de razón y una edad respetable ha visto cómo se ha ido modificando la fisionomía de la costa. En especial en áreas urbanas y periurbanas se ha incrementado la presión en la ocupación del litoral extendiendo ciudades y sus instalaciones: carreteras, puertos o construcciones varias hacia el mar, que como todos saben no es de nadie. A ello ha ayudado la permisividad para vulnerar la legislación pasada alcanzando el volumen de infracciones al cabo de los años niveles de escándalo. El anterior Gobierno del bipartito estableció unos límites razonables (500 metros) de seguridad para la ocupación del litoral, pero el Gobierno actual lo ha rebajado imprudentemente a una quinta parte amnistiando de paso las construcciones ilegales previas. Y de esta forma ha normalizado lo que nunca debió haber admitido ni para el futuro ni para el pasado. Todos los daños que se produzcan en esos edificios o construcciones ilegales ya no son responsabilidad del infractor sino de la autoridad que los legalizó y los gastos que ocasione su reparación/conservación han sido imputados de rechazo, y aun no sé si tan irreflexivamente como parece, a la sociedad civil. Y como por mucho que lo pretendamos ignorar el nivel del mar continuará subiendo, todas las poblaciones gallegas construidas en las zonas del litoral más batidas (desde Cariño hasta A Guarda) cada año verán cómo el mar desmantela en unas horas lo que ha sido construido en el terreno de nadie con el dinero de todos y que deberá ser reconstruido, con el dinero de todos, para volver a ser destruido el año que viene nuevamente por el mar.

La delimitación del dominio marítimo terrestre realizada por la Demarcación de Costas con normas dictadas para el Mediterráneo pero que en Galicia (tenemos mareas) hace penetrar el mar legal hasta el fondo de las rías ha hecho florecer una maraña de paseos marítimos en toda la costa amén de regenerar playas y construir pequeños puertos, que la dinámica marina, tanto o mas tozuda que la voluntad humana, destruye puntualmente todos los años. Y la reparación del desastre recaerá, de nuevo, en los paganos de siempre.

La moda de proteger el medio ambiente (Red Natura) irreflexivamente asumida por quien no cuenta, ni busca, un adecuado asesoramiento ha elaborado un idílico POL (Plan de Ordenación Litoral) que protege humedales, playas y a los animales y plantitas que viven en ellos. El POL pensado para contener a los humanos ha ignorado la acción marina, más temible que las leyes, que para el mar son papel mojado. Primero el viento y luego el mar están desmantelando playas, dunas y las lagunas litorales aceleradamente. Hoy en día toda la costa de Galicia, menos las zonas rocosas y las poblaciones que ocupan los fondos de ría, están siendo destruidas concienzudamente por el mar y el viento. Y como hay que proteger ciudades, Red Natura y paseos marítimos, todos sabemos que nos toca pagar. Y rezar para que no le echen la culpa de todo al cambio climático y nos pongan un nuevo impuesto verde.

Juan Ramón Vidal Romaní es catedrático de Geología de la Universidade da Coruña.