Yo acuso

Ventura Pérez Mariño< / span>

OPINIÓN

02 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El 13 de enero de 1898, el universal Emile Zola dirigió una carta abierta al entonces presidente francés M. Fauré. Años atrás se había juzgado por alta traición al capitán Dreyfus, judío, y a pesar de sus declaraciones de inocencia y de no existir más prueba que una carta a él atribuida, que resultó no ser suya, fue condenado a cadena perpetua. Dos años después, el coronel Picquart, nuevo responsable del servicio de información francés, encontró un documento que ponía de manifiesto que el traidor no era Dreyfus sino el comandante Wasisin. Picquart informó a sus superiores que no solo no le escucharon sino que lo desterraron.

Pero aquello fue solo el comienzo. La sociedad francesa, secundando a diversas personalidades de la izquierda, logró que se juzgara a Waisin, al que se absolvió.

Indignado por lo ocurrido, Zola escribió su célebre carta que como primera consecuencia supuso la detención de Picquart y el comienzo de las hostilidades entre la derecha militarista y la izquierda socialista. Zola fue juzgado y condenado, al tiempo que cientos de intelectuales, entre otros Anatole France, Mirabeau, Monet o Alfred Jarrey, se adhirieron a la misiva.

Hubo que esperar a 1906 para que se revisase la sentencia de Dreyfus y se le absolviese. Entre tanto, Zola había fallecido de forma misteriosa.

Hoy, como antes, creo que tiene sentido el Yo acuso. La maligna campaña que se ha urdido contra el alcalde de Lugo, López Orozco, en base a afirmaciones proferidas por una persona que señala que a Orozco se le pagaban 2.000 euros al mes, y en base a la conversación telefónica mantenida entre el director de Vendex (la grúa) con su delegado para Galicia y además que se dijera que se le debían varios meses al alcalde y que había que invitarlo a comer para propiciar el aumento de la ORA, ha supuesto que el Servicio de Vigilancia Aduanera presuma la corrupción del alcalde de Lugo.

El asunto sería cómico si no fuese por su trascendencia del mismo.

¿Quién vio que Orozco pidiese algo, o lo cogiese o se le entregase? ¿Quién ha detectado el uso de dinero en las cuentas bancarias del alcalde o que hubiese incrementado su patrimonio? ¿Quién, en definitiva, puede señalar que recibió dinero de forma espúrea?

No hay más que afirmaciones de parte, interesadas. ¿Ya nos hemos olvidado de Dorribo/Blanco?

Orozco, ciudadano cabal, buen alcalde al decir de muchos de sus vecinos, hombre prudente a mi decir que soy su amigo, es víctima de una mentira tanto más odiosa y cínica cuando impunemente se sustenta en afirmaciones que nadie puede contestar. Los bribones que han urdido la trama, sean estos quienes sean, han logrado que muchos acepten las acusaciones.

La insolencia es grande. De la nada han hecho un mundo, por eso pongo letra al Yo acuso para defender la dignidad del alcalde.

Siempre, tarde o temprano, la verdad triunfa, y habrá que esperar a ese día para devolver la dignidad a Orozco. Yo se la devuelvo hoy.