Convocar un referendo, freír un huevo

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

13 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La frase «lo que no puede ser, no puede ser, y, además, es imposible» parece de Perogrullo, pero encierra una verdad como una casa: que lo que no puede ser, no puede ser, y, además, es imposible. Clarito como el agua.

No puede ser ir a la Luna sin cohete, ni vivir bajo el mar sin disponer de un submarino. Ni puede ser, porque como todo lo anterior es imposible, subir a la cumbre del Everest sin disponer de un sofisticado equipo de montaña (a nadie se le ocurriría hacerlo con bermudas y visera). No puede ser, en fin, freír un huevo careciendo de huevo, de aceite y de sartén.

Pues bien, lo que quieren hacer los nacionalistas catalanes, con los socialistas, como casi siempre, de patética comparsa, es freír un huevo, careciendo de las tres cosas que son necesarias para hacerlo. Entiéndaseme bien: lo del huevo es, por supuesto, una metáfora, porque ya sé que lo que Mas y los suyos pretenden es convocar una consulta, que decida el pueblo catalán y que opte por constituir a Cataluña como Estado, separándola de España.

El huevo: Mas no puede convocar una consulta, pues carece de competencia para ello, pese a que hasta ayer daba por supuesto todo lo contrario. Ayer, por fin, reconoció lo que todo el mundo sabe -que la competencia en ese asunto es del Estado- y por eso sale ahora con la cosa peregrina de que el Estado le transfiera el poder para convocar el referendo que el PP y, con sus reviravoltas, el PSOE, han dicho por activa y por pasiva que no van a consentir.

El aceite: el pueblo catalán no puede decidir sobre la secesión de Cataluña porque esa decisión, que, como pocas, es una manifestación de la soberanía nacional, está atribuida, como la soberanía misma, al pueblo español en su conjunto. Ese derecho a decidir que el nacionalismo y el socialismo catalán se han sacado de la manga, corresponde en España, en realidad -como sucede, por lo demás, en la práctica totalidad de los Estados constitucionales del planeta-, al conjunto del pueblo del Estado y no al de una de sus partes. En España, por lo tanto, al pueblo español y no al de Cataluña.

Y la sartén: sin reformar previamente la Constitución, que consagra la unidad del Estado en su artículo 2.º, no es posible que ninguna parte del territorio se separe e intentar lo contrario solo es una forma de llevar a la sociedad a que se estrelle contra un muro, que no es otro que el muro de la ley.

Artur Mas, como yo y como ustedes, sabe, pese a su fanatismo, todo eso. Y porque lo sabe, no es solo un mal gobernante, que vive obsesionado con la secesión en lugar de con mejorar el empleo, la sanidad o la educación, sino que es un absoluto irresponsable, que ha metido a Cataluña en una pesadilla sin salida. Mas no puede freír un huevo, pero sí, tal como ha hecho, organizar una empanada de lomo. O, mejor, de tomo y lomo.