El cinismo de los políticos europeos

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

25 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Solo a efectos de recordatorio: a principios del mes de junio estalló un gran escándalo. El periódico The Guardian publicó una sensacional exclusiva facilitada por un exfuncionario norteamericano llamado Edward Snowden, que se decidió a divulgar algo nunca visto: el espionaje masivo de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Se espiaron millones de correos electrónicos, llamadas telefónicas e incluso reuniones de Gobiernos de naciones aliadas. Todo, con la disculpa de la lucha contra el terrorismo. Debieron buscar terroristas hasta en las jefaturas de Estado, porque entraron en el correo electrónico de Felipe Calderón cuando era presidente de México y, según se acaba de saber, es posible que hayan escuchado el teléfono móvil de Angela Merkel.

Lo que ocurrió después de la publicación del escándalo también es sabido: Snowden tuvo que empezar a huir de la policía y de los servicios secretos americanos hasta aterrizar en Moscú. No pudo salir de Rusia por imposición de Estados Unidos. Incluso se produjo el chusco suceso de negar espacio aéreo y aterrizaje para repostar al avión de Evo Morales, porque se creía que Snowden viajaba en él. Ahora, el filtrador sigue en Moscú y, si abandona Rusia, puede ser detenido y juzgado por Estados Unidos por delito de traición.

Y aquí viene el cinismo. Mientras los dirigentes europeos pensaron que los espiados eran otros, se pusieron del lado americano y estuvieron dispuestos a entregar a Snowden, aunque era fácil suponer que sería condenado a cadena perpetua. No hubo piedad para él ni para quien le pudiera ayudar a escapar, como se demostró en el episodio del avión de Morales. No protestaron contra Rusia, porque Rusia es muy poderosa, pero Morales es presidente de un país pobre, sin relevancia estratégica ni económica y hasta se podría dejarlo morir, con tal de que Snowden fuese capturado o desapareciese de la faz de la tierra.

¡Ay, amigos! Pero después se descubrió que en Francia hubo también espionaje masivo, y el Gobierno francés montó la gran bronca. Y el caso de Merkel es paradigmático. Llamó personalmente a Obama y dijo que estaba dispuesto a llevar el asunto a la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que ayer comenzó. Que espíen a todos los demás es tolerable. Que espíen a la canciller es signo de enemistad manifiesta. «Espiar a los amigos es inaceptable», protestó contundente. ¿Y todo eso por qué se supo? Por la vía de filtración que abrió Edward Snowden. Lo menos que podían hacer es ofrecerle asilo político. No lo harán, porque Estados Unidos sigue siendo el amo. Pero sí podían dejar que se le rindan homenajes como símbolo de la libertad de expresión. Y también del derecho a la intimidad.