¿Debe ser delito la apología del franquismo?

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

18 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

¿Sería justo que alguien fuera multado por sostener que los sindicatos verticales del franquismo defendían a los trabajadores? ¿Lo sería que se pudiera ir a la cárcel por afirmar que la sublevación militar de 1936 estuvo plenamente justificada para hacer frente al comunismo? ¿Debería ser delictivo afirmar en público muchas de las tonterías que sostienen sobre la España de Franco libros de historiadores revisionistas que escriben con el furor incontenible del converso?

Al calor del debate sobre si debe ser o no delito la apología del franquismo me parece oportuno formular estas preguntas, que ponen a mi juicio de relieve la falta de rigor jurídico y de prudencia política de quienes entienden que la mejor forma de hacer frente a aquello que no les gusta es echar mano del Código Penal. Mi simpatía hacia el régimen franquista es la misma que me produce que me den patadas en la boca. De hecho, todavía hoy, cuando veo a Franco en una imagen televisiva, cruzo los dedos para conjurar el espantajo. Mi tío abuelo, por quien me pusieron mi primer nombre de pila, fue paseado por los falangistas en 1936. Mi abuelo, depurado y expulsado de su puesto de secretario judicial por los franquistas. Un tío carnal, que era como otro padre para mí, rapado al cero por los mismos falangistas que asesinaron a su tío. Yo mismo fui detenido y fichado, comenzando mis estudios universitarios, por salir a la calle a manifestarme contra una dictadura ya a punto de acabarse.

Por tanto, mi antipatía hacia el franquismo es no solo ideológica -aunque sea sobre todo de tal tipo- sino incluso visceral, pero, sin embargo, no es esa la cuestión. La cuestión es que el franquismo se acabó hace casi cuatro décadas y el juicio sobre sus muchas fechorías debe ser realizado por los historiadores y no por los jueces aplicando el Código Penal.

¿Cómo determinar, puestos a ello, dónde acaba el legítimo derecho a hacer valoraciones sobre el pasado, por desnortadas o incluso repulsivas que a muchos antifranquistas puedan parecernos? ¿Fue apología del franquismo ir a jalear a Fraga a los miles de mítines que dio en toda España, y en Galicia en particular, durante los muchos años que ejerció, ya en democracia, como político de la oposición o como presidente de la Xunta?

Defender a Franco o justificar sus crímenes, como han hecho recientemente dos alcaldes del PP, es motivo sin duda para pedir su dimisión, como yo mismo lo hice desde aquí, y para que el partido al que pertenecen los expulse. Pero no desde luego para aplicarles el Código Penal. Pues la legislación penal debe ser la última ratio y no lo primero a lo que se recurre para combatir, por ejemplo, a los convencidos de que un régimen odioso fue en realidad un régimen angélico. Una iniquidad que, por fortuna, ya no comparte en España casi nadie.