Una reforma que solo produjo daños

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

27 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La doctrina oficial está destilando tres grandes falsedades o, al menos, tres grandes faltas a la verdad. La primera, que se tiene controlado el déficit público, cuando en el mes de agosto ya habíamos superado lo autorizado por Bruselas para todo el año. La segunda, que está embridado el endeudamiento también público, cuando la verdad es que ha superado el 90 % del PIB y, si siguen las cosas así, podremos llegar al 100 % antes del 31 de diciembre. Y la tercera, que la reforma laboral está ayudando a resolver el drama del paro, y parece más una expresión de voluntarismo que algo que se pueda demostrar.

Se puede demostrar tan poco, que el Banco de España publicó un informe que trata de hacer balance de la incidencia de esa reforma laboral, y no puede ser más demoledor. Las conclusiones básicas son que en España se sigue despidiendo igual, pero más barato; que no está demostrado que facilite la contratación; que no ha mejorado para nada la solución de conflictos por medio de negociación; que tampoco aumentaron los pactos empresariales y, sobre todo, que el trabajador ha perdido capacidad adquisitiva, con una sucesiva moderación salarial a la baja con resultado de empobrecimiento.

El Banco de España no es un analista que funciona a impulsos de la última noticia. Sus informes y dictámenes son sentencias de la autoridad monetaria, surgidas de estudios rigurosos, que es muy difícil rebatir en la contienda política. Son como si el gobernador de la entidad hablase ex cathedra, como los sumos pontífices. Por tanto, hay que tomar muy en serio el informe de ayer, incluida la cautela de que quizá sea pronto para descalificar la norma. Pero lo que está claro es que la reforma laboral solo ha producido daños hasta ahora. Los beneficios cacareados por el autobombo oficial parecen más imaginarios que reales. Solo con decir que se despide igual, pero más barato, se da la razón a todos los que la han criticado, en general la izquierda política y sindical.

Si ha facilitado el descenso de salarios y la merma de capacidad adquisitiva, es seguro que ayudó a las empresas en dificultades. Algunas, no sabemos cuántas, habrían tenido que echar el cierre si tuvieran que hacer frente a los mismos costes laborales. Pero los efectos negativos se extienden a todos los sectores. Al haber menos dinero disponible en manos de los trabajadores, cae el consumo y sin consumo no habrá nunca reactivación económica, por muchas luces que el señor Rajoy vea al final del túnel. Quizá todo sea inevitable. Quizá todos estemos abocados a ser más pobres. Pero que al menos no traten de engañarnos. Y en estas materias el Gobierno no solo tiene portavoces engañosos. Tiene engañosos compulsivos.