¡No al urogallo, no al oso y no a la robaliza!

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

04 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El urogallo cantábrico está incluido, como especie en peligro crítico de extinción, en la lista roja de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza. Un plan Life de la Unión Europea trata de frenar el declive de esta emblemática ave, mediante un programa de cuatro años y una inversión de siete millones de euros, de los que la mitad son aportados por la UE. Galicia, comunidad a la que le correspondía invertir seiscientos mil euros, el 50 % sufragado por la Xunta, acaba de renunciar a su participación.

En Galicia sabemos priorizar y, como ya no tenemos ningún urogallo, los avispados responsables del negociado han dividido la cuantía de la inversión por el número de ejemplares y no les sale a cuenta; por supuesto, no quiere decir que se desentiendan, ya que siguen «muy preocupados». Pues bien, como esa teórica preocupación nos ha acompañado las últimas tres décadas, deberíamos preguntarnos qué ha ocurrido para llegar a la situación actual.

En la década de los ochenta, mi colega, el botánico Javier Amigo, y yo ayudamos a mi hermano José en algunos muestreos de su tesis doctoral en Os Ancares; creo recordar que en esa época había más de una veintena de machos de la especie en la sierra, sin contar el de la vitrina del albergue, abatido por Manuel Fraga. No era infrecuente ver urogallos en los bosques de Penarrubia u Os Cabaniños cuando las primeras propuestas de declaración de parque natural, simultáneas a las de O Courel, vieron la luz. Desde esa época, un proceso continuado de intoxicación por parte de intereses madereros y mineros, unido a una Administración que piensa que la educación ambiental mejorará multando vacas, ha conducido a la extinción.

El verano pasado trabajé en las proximidades de Balouta en los Ancares leoneses. Con motivo del paso de la vuelta ciclista a España, la carretera desde Navia de Suarna estaba plagada de pintadas que decían «Parque natural, non». Con posterioridad he visto pintadas contra el urogallo y el oso. Algo esta ocurriendo para que mientras buena parte de la montaña gallega se encuentra al borde del colapso, se sigan rechazando alternativas de desarrollo que funcionan en otras áreas de España; algo raro pasa para que mientras Europa se congratula de la evolución reciente de las poblaciones occidentales de oso cantábrico, aquí nos dediquemos a recoger firmas o a llenar el monte de pintadas en su contra; nadie las leerá, ni el oso.

Me puedo imaginar, porque lo he oído, que alguien se oponga a la protección de cualquier territorio, aunque no viva allí o aunque las razones que esgrime las financie una empresa pizarrera. También, porque lo he visto, que la administración paguen informes científicos para justificar sus retrógrados delirios forestales. Lo que no me imagino, y no soportaría, es que la fiebre se extienda y mis colegas de Redes dediquen el domingo a pintar en el muelle «Non á robaliza».