¿Quién teme al capital extranjero?

OPINIÓN

19 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

S iguiendo una tendencia que cada día se hace más firme, capitales procedentes del exterior -ya no de fuera de España, sino de fuera de la Unión Europea- van tomando posiciones importantes en el tejido empresarial de Galicia, incluyendo algunas industrias consideradas de bandera (y lo mismo podría decirse del conjunto español). No se trata de una novedad absoluta, pues la inversión foránea fue protagonista de algunas de las aventuras más interesantes de la historia industrial del país. Pero parece claro que estamos ante un notable cambio de tendencia: si en los quince años anteriores a la crisis un número significativo de empresas alcanzaron un grado de internacionalización que nunca antes habían tenido, convirtiéndose en auténticas multinacionales, ahora se impone lo contrario, es decir, la importación de capitales para en muchos casos controlar empresas de aquí.

En algunos sectores sociales esta situación es causa de preocupación. Pero ¿está justificado el miedo al capital extranjero? La primera respuesta es taxativa: en absoluto. Las inversiones transnacionales directas, pensadas para el largo plazo, se cuentan en términos generales en el lado bueno de la moderna globalización, a diferencia de lo que ocurre con los flujos especulativos de capital, con su frenética dinámica de corto o cortísimo plazo. A este respecto cabe destacar que es a estos últimos a los que nos referimos quienes creemos ver un cambio de ciclo en los mercados financieros, con la llegada de mayores controles de capital; las inversiones directas, por el contrario, no debieran verse frenadas, y desde luego no sería nada bueno que tal cosa ocurriera. Si una nueva vuelta de tuerca en la crisis no fuerza la caída del comercio mundial -lo que no puede descartarse-, para una economía como la nuestra el futuro pasa por su razonable posicionamiento en las dinámicas transnacionales, lo cual se puede ver muy favorecido por la internacionalización de las estructuras de capital.

Sin embargo, es obligado incorporar un matiz nada insignificante. Y es que en este momento abundan los depredadores que, como los ya famosos fondos buitre, han salido a la caza de gangas, apoyados en el embolsamiento de excesos de liquidez muy localizados en algunos ámbitos del mercado. El problema está en la extrema debilidad que ahora mismo presentan algunas de nuestras antiguas joyas industriales. Podría por tanto darse el caso de que algunas operaciones de recapitalización no fuesen más que salidas en falso. Por poner un ejemplo, la entrada de Pemex en el capital de un astillero vigués es una estupenda noticia? siempre que no se confirmen las alarmantes advertencias de que en realidad podría significar un trasvase de parte de su soporte tecnológico. Aunque no será fácil, habrá que extremar el cuidado en todas esas negociaciones, de las que tanto depende el futuro industrial para bastante tiempo.