Necesitamos a los superhéroes. Siempre volvemos a ellos. Nos reconforta su capacidad para superar todos los males. Es una manera de alejarnos de los problemas. En abril Superman se asomó con una excelente salud a sus 75 años. ¿Quién se lo iba a decir? Él que era una idea en la mente de dos críos. Solo con nombrarlo se nos vienen a la cabeza un montón de imágenes del héroe volador. Cine, cómic, relatos, todo un universo de ese Clark Kent incomparable. Y la ciudad natal del chico de la capa y sus creadores, Cleveland, está de enhorabuena. Fue un 18 de abril del 38 cuando Superman vio la luz por primera vez en Actino Comics. Era otra manera de escaparse del peso de la depresión, como ahora. Eran dos chavales judíos, Jerry Siegel y Joe Shuster, quienes lo soñaron. Ahora habrá nueva película en junio y se retomará un bum que nunca nos dejó. El chaval de Krypton fue entonces una manera de enfrentarse a las dificultades, una oculta forma de superación. Y lo será ahora. Cleveland hace todo lo posible por recuperar la memoria de esos dos fenómenos que soñaron con un héroe que irrumpía desde el cielo sobre el lago Erie para ayudar a los afligidos. Superman no existe. Pero el ánimo, sí.