Su turno, señor Rajoy

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

02 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Soraya Sáenz de Santamaría puso el corazón en su boca para decirlo: «Llevo doce años trabajando con Rajoy. Nunca lo he visto saltarse una norma». Hay multitud de ciudadanos que estamos dispuestos a suscribir esa afirmación, aunque no hayamos tratado al presidente tan de cerca. Cuando hoy comparezca ante la prensa, puede pedir tranquilamente que levante la mano quien le haya visto cometer alguna irregularidad. En cuanto al dinero, es uno de los poquísimos políticos que ha renunciado a la cómoda y millonaria vida (la de registrador de la propiedad) a cambio de un sueldo tan limitado y controlado en la vida pública. Son datos y percepciones que es preciso tener en cuenta a la hora de juzgarlo.

Por eso tuvo que ser doloroso para él verse señalado en toda la prensa occidental como protagonista de una historia de corrupción. Tiene que sentirse indignado al ver las notas contables que lo señalan como perceptor de cantidades apreciables en su magnitud, presuntamente opacas al fisco, sospechosamente periódicas y marcadas por la señal de una irregularidad fiscal. Si las notas son ciertas, tiene que doler que se publiquen sin ninguna explicación del origen y el destino del dinero. Si son falsas, es simplemente una calumnia. Y en todo caso, lo sitúan en una posición vergonzante ante el conjunto de la sociedad. Al gobernante se le perdona mejor que lleve un país a la ruina que meter la mano en la caja.

Sin embargo, ahí lo tienen ustedes: en el centro de la diana. Ya piden su dimisión, no por los recortes, ni por su política económica, ni por los mordiscos al Estado social. Se la piden por oscuros sobresueldos. Los papeles de su amigo Bárcenas, al que tanto defendió, se han convertido en una auténtica acusación ante el tribunal de una opinión pública que exige limpieza y responsabilidades. Y este país, encima de todas las crisis que padece, no podría soportar una crisis de gobierno por corrupción ni el vacío de poder que supondría.

El señor Rajoy tiene hoy su oportunidad para salvarse ante la opinión. Pero que no cometa los errores de la valerosa señora De Cospedal, que no tranquilizó ni a sus más amorosos defensores en la prensa. Que no apele al Tribunal de Cuentas, que no es creíble. Que no se ampare en sus declaraciones de renta, que el dinero B no va por ese cauce. Si lo publicado es falso, que lleve a Bárcenas a los tribunales, como hace Aznar con El País. Y si es verdadero, que lo explique con papeles, que estoy seguro de que no se llevó un euro a casa. Y todo eso, hacerlo hoy mismo, que hablará al partido y al país. No puede llegar el lunes a Berlín y dar con Merkel una rueda de prensa manchada con preguntas sobre su propia corrupción.