Explicaciones en la tercera fase

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

02 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Tras el estallido del caso Bárcenas, la dirección del Partido Popular, por boca de Dolores de Cospedal, fijó un primer argumentario que se resumía en un refrán: que cada palo aguante su vela. El PP -proclamaba su secretaria general- investigará si hay alguien manchado por las cuentas millonarias del extesorero del partido y, si lo hay, quien sea, tendrá que asumir las correspondientes responsabilidades penales y políticas.

La publicación de unos supuestos documentos contables en los que Luis Bárcenas habría anotado pagos realizados en dinero negro a dirigentes del PP -entre ellos, a la propia De Cospedal y, lo que es mucho más grave, al presidente del Gobierno- imprimió en ese primer argumentario, como no podía ser de otra manera, un giro radical. De Cospedal compareció entonces formalmente ante los medios e hizo lo único que podía salvarla a ella misma y a Rajoy de una tan inevitable como fulminante dimisión: afirmar de forma rotunda que la contabilidad B de Bárcenas constituía una absoluta falsedad y que ni ella ni ningún dirigente del PP habían cobrado dinero que no estuviera fiscalmente controlado.

Tras esa negativa, que constituye un punto de no retorno equivalente al de los aviones cuando no tienen otra opción que estrellarse o despegar, lo que ya corresponde es entrar en el fondo del asunto. Y es que como ayer tituló con insuperable precisión en su portada este diario «el PP lo niega todo, pero no aclara nada».

Tocan ahora, pues, las explicaciones en la tercera fase, que consisten en justificar de forma convincente cómo pudo el extesorero del PP anotar durante años con detalle pagos que, según sus actuales dirigentes, jamás se habrían realizado.

Esa justificación sería en todo caso necesaria, pero afectando, como afectan las anotaciones de Bárcenas, al presidente del Gobierno, una explicación meridianamente clara y contundente resulta indispensable para el mantenimiento en su cargo de Rajoy, que es algo mucho más relevante para cuarenta y tantos millones de españoles que los problemas del PP, por graves que estos puedan ser.

Porque lo que está en juego no es -o no es solo, en todo caso- si el PP se ha financiado de forma regular o irregular -problema este que de un modo u otro ha afectado y afecta a todos los partidos- sino la estabilidad y permanencia del Gobierno. Algo que, siempre, y más en la presente coyuntura, influye decisivamente en el futuro, económico y político, de España.