Enrique Meneses

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

13 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Conocí a Enrique Meneses hace diez años por medio de Manu Leguineche. Entonces Enrique aceptó presentar una novela de mi recién nacida editorial junto al ahora denostado Juan Luis Cebrián. Se trataba de un clásico egipcio contemporáneo, el Diario de un fiscal rural, de Tawkiq Al-Hakim, una maravillosa novela del año 1937. En aquella presentación Enrique acaparó la atención de los asistentes, embobados con sus historias. Ya entonces andaba con sus graves problemas de salud, una EPOC que lo obligaba a respirar oxígeno de una máquina dieciocho horas diarias, el mismo tiempo que durante sesenta años había respirado el humo de los ducados. Enrique había vivido una vida increíble: la muerte de Manolete (su primer reportaje), la guerra del canal de Suez, la revolución de los barbudos (fue el primer periodista en subir a Sierra Maestra, donde convivió con Fidel Castro), la marcha de Washington con Martin Luther King o la muerte de Kennedy, por ejemplo.

De nuestro encuentro nació un proyecto estupendo, la publicación que Ediciones del Viento hizo de sus memorias, Hasta aquí hemos llegado, en el 2006. Nos acompañaron sus viejos amigos periodistas, la tribu, que decía Manu. Pero seguía siendo un absoluto desconocido para el público español. Hoy hace una semana que Enrique murió en Madrid. Habíamos quedado en vernos el jueves, pero ya no aguantó más. Sirvan estas líneas como un último abrazo de despedida, porque, ahora sí, querido Enrique, hasta aquí hemos llegado.