E la nave (catalana) va

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

28 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Si el nuevo Gobierno catalán fuese un Gobierno ordinario, no me detendría en él ni un minuto en un diario editado en Galicia. Como es el Gobierno formado para llevar a Cataluña a la soñada consulta soberanista, merece alguna consideración. A la vista de los hechos, los nombres, las intenciones y de hablar de barcos en riesgo de colisión, Federico Fellini podría hacer una segunda edición de su película E la nave va. Ahí va la nave, con el féretro de España en su bodega y un coro operístico en el que destacan un tenor y una soprano. Él, don Oriol Junqueras, líder de Esquerra Republicana. Ella, Alicia Sánchez Camacho, la niña de Rajoy en Cataluña. Ambos son los guías de esta crónica. Dime a quién le gusta ese Gobierno, y te diré cuál es su perfil.

Al PP, desde luego, no le entusiasma. No recuerdo ningún Gabinete que haya merecido los amables piropos que le dedicó doña Alicia: llamó a los nuevos consejeros «talibanes, separatistas y radicales». ¡Madre mía, qué deslenguada ha salido la lideresa! Si la señora Camacho representa el pensamiento de su jefe Mariano Rajoy, podemos aventurar una relación muy hostil entre la Moncloa y el Paláu de Sant Jaume; hostil, en el sentido que decía aquel poeta del barrio: «A mí me han dado cuatro». Eso de llamar talibán a un gobernante es cuando menos una fórmula original de disponerse el diálogo que propugna Rajoy.

Quien está contenta es la Esquerra. Dicen que el nuevo equipo será el encargado de gobernar con su programa independentista, y Artur Mas tuvo la delicadeza de adelantarle los nombres a Oriol Junqueras, con lo cual el hombre se quedó tan satisfecho. Se le nota satisfecho, aunque prefiera juzgar las acciones y no los nombres, que siempre queda políticamente correcto. Y a mí me llamó la atención lo que don Oriol valora especialmente: que Cataluña tenga su propio ministro de Asuntos Exteriores. Una nación que se precie ha de tener ministro de Exteriores. No hay estructura de Estado sin esa cartera. ¿Y qué va a hacer el designado Francesc Homs? ¿Acaso solicitar un estatuto de observador en la ONU, como Palestina?

Todo se andará. De momento, según la interpretación de Junqueras, Homs denunciará ante Europa lo mucho que España castiga a sus autonomías con recortes, limitaciones de gasto y otras imposiciones coloniales. Irá de quejica por las cancillerías, acusando a Rajoy y Montoro de crueldad fiscal, quizá de falta de humanidad. Será un espectáculo entretenido. De lo que dudo es de su eficacia: si el consejero Homs le dice a Merkel (si lo recibe) que Rajoy aprieta para ahorrar, hará feliz a la canciller alemana. ¡Qué aplicado es mi Mariano!, responderá. Y pedirá que le pongan una estatua a la entrada del Bundestag.