Tiempo de abrazos

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

22 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Queramos o no, estamos hechos de los otros. Han tenido que juntarse dos para darnos un cuerpo y varios centenares, quizá miles, para construir la personalidad con la que nos movemos, airosos o patosos, por el mundo. Hasta los que pretendían herirnos contribuyeron en ese trabajo hercúleo de construir un hombre, una mujer. Hemos sido levantados en un cruce múltiple de biografías. El hombre que se ha hecho a sí mismo no existe. Nadie se hace a sí mismo. Y si alguien fuera capaz, resultaría un monstruo. Por eso necesitamos fiestas como estas: para recordar, para agradecer, para celebrar tanto afecto.

La vida se complica y la Navidad se vuelve un infierno cuando faltan alguna de estas tres cosas: recuerdos hermosos, agradecimiento o afecto. Los niños disfrutan especialmente de estos días, porque suplen sus pocos recuerdos con una sobreabundancia contagiosa de lo demás. «Lo hemos pasado muy bien, porque teníamos un niño», escuché el año pasado. En un primer momento me pareció una afirmación brutal. Pero la comprendí enseguida. El niño no se siente autónomo e independiente y, por eso mismo, propende al agradecimiento y al cariño de un modo natural. Y los irradia a quienes le rodean.

A los mayores, a poco que echemos cuentas sinceras, nos sale una deuda tremenda cada año que por estas fechas apetece saldar, aunque resulte imposible. Me siento un poco crío mientras escribo esto, mientras justifico como puedo una felicitación acaso cursi, pero llena de gratitud para todos ustedes, que me leen habitualmente, de vez en cuando o, quizá, hoy por primera vez. Feliz Navidad y muchísimas gracias.