El sentido de Barnes

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

25 nov 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

H abía algún relato en Pulso que rozaba la maestría. Ahora Julian Barnes publica la novela corta con la que ganó el premio Man Booker, y toca el cielo de la creación con las palabras. Está en racha. La obra se titula El sentido de un final y es la prueba de que se puede hacer ingeniería con el lenguaje. Barnes reflexiona sobre el pasado de Tony Webster y su pandilla con un nivel difícil de alcanzar. Habla de las trampas del pasado. De las trampas y los puentes oscilantes que nos tienden los recuerdos. Habla, partiendo de las clases en el colegio de Webster, de lo difícil que es escribir la historia, cualquier historia. «El tiempo primero nos encalla y después nos confunde. Creíamos ser maduros cuando lo único que hacíamos era estar a salvo. Pensábamos que éramos responsables pero solo éramos cobardes». Barnes utiliza la ficción para reflexionar. Nada es lo que parece. Y mucho menos fue lo que pareció. ¿La memoria dulcifica o exagera? ¿Pintamos nuestro pasado a medida, a la medida que nos conviene? El escritor nos conduce por la vida de Webster y los giros de esa carretera hacen que, al cerrar el libro, corramos a abrirlo para disfrutar otra vez con la boca abierta de cómo la verdad no le pertenece a nadie y nada es lo que parece.