Francia es la nueva diana

Xosé Carlos Arias< / span> VALOR Y PRECIO

OPINIÓN

18 nov 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

L a victoria de François Hollande supuso un soplo de aire fresco en la política francesa, pero también una esperanza para muchos europeos. Y no solo para los votantes de izquierda: representó, por ejemplo, una oportunidad para Gobiernos como los de Mariano Rajoy o Mario Monti para intentar conjurar algunos aspectos particularmente letales de la monomanía de los ajustes fiscales. Pero además de su razonable insistencia en la necesidad de combinar con sentido pragmático consolidación fiscal y estímulos para el crecimiento, el nuevo Gobierno francés puso en marcha iniciativas de política económica innovadoras en el deprimente panorama europeo actual: las reformas impositivas, dispuestas en el sentido de mejorar sus impactos distributivos, o la propuesta de avanzar por el camino de una unión bancaria paneuropea, iban sin duda en la buena dirección. Pero también tocaban intereses poderosos y, consiguientemente, pronto se ganaron enemigos.

En particular, es obvio que en estos meses se han abierto diferencias notables en el eje franco-alemán. Y aunque los últimos datos conocidos -que dejan claro que los recortes generalizados conducen al conjunto de la UEM al abismo de una nueva recesión- le den en gran medida la razón, el presidente Hollande lleva todas las de perder frente a la creciente hegemonía de Alemania. En un inusitado acto de presión, el Gobierno de este país acaba de encargar públicamente a los principales institutos económicos alemanes un análisis de los riesgos que corre la economía francesa y sus posibles efectos sobre la eurozona.

Pero no es solo Alemania. También el Gobierno británico se considera agredido por la iniciativa de unión bancaria, que compromete, al menos en parte, el futuro de la City. No es de extrañar, por tanto, que en las últimas semanas sean muchos los titulares de prensa que incorporan el mensaje de que «el verdadero enfermo europeo» es Francia. Los casos de Grecia, Portugal o España habrían sido solo escarceos hacia un escenario mucho más grave: lo acaba de afirmar, del modo más descarnado, The Economist: «Francia podría convertirse el año próximo en el mayor peligro para la moneda única europea»? si no hace con urgencia las necesarias reformas que impulsen su competitividad. No es raro que, ante todo esto, se pueda observar ya un cierto retraimiento del Gobierno francés, el cual durante el último mes ha hablado -y ello constituye una novedad absoluta en la historia de la izquierda de ese país- de que la política económica debe ser sobre todo «de oferta». Una importante controversia ideológica está a punto de desencadenarse en el hexágono, con abundante presencia de fuerzas exteriores.