Más diputados que votos

Manuel Lago
Manuel Lago EN CONSTRUCCIÓN

OPINIÓN

23 oct 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

El abultado, que no ajustado, resultado de Feijoo no debe ocultar una realidad: el PP, excluido el voto emigrante, perdió 107.000 votos en comparación con las elecciones autonómicas del 2009 y cerca de 200.000 con las generales de 2011. Esto es, casi una de cada cuatro personas que votó a Rajoy hace menos de un año ya no apoyó al PP en las elecciones del domingo. Victoria sí, contundente también. Pero con matices, porque cuando se pierde el 24 % del electorado en once meses algún problema hay. El PP tiene más diputados pero menos votos. Por eso, decir que el resultado del domingo avala los recortes, además de un fraude, es falso.

Y aquí nos encontramos, otra vez, con un sistema electoral que distorsiona los resultados en beneficio del partido mayoritario. Porque el PP tiene el 46 % de los votos, pero alcanza el 55 % de los diputados, lo que supone una prima de sobrerrepresentación de nueve puntos. El caso de A Coruña es revelador: el PP pierde votos y baja en porcentaje pero gana un diputado. En el 2009 esa prima fue de solo cuatro puntos, por lo que se puede afirmar que el aumento de diputados está más explicado por el sistema de reparto que por el aumento de apoyo electoral. Y aunque la sensación de arrase del PP lo llene todo, la realidad es que su porcentaje de voto es el más bajo desde las elecciones de 1993 y que de hecho en el 2005 las perdió con un porcentaje similar al alcanzado ahora.

El PP gana porque el PSOE pierde. Parece una perogrullada pero no lo es. El PP perdió 107.000 votantes desde el 2009, pero es que 190.000 retiraron su apoyo al PSOE dando continuidad a un descalabro ya iniciado en las generales del 2011. Y sin un partido socialdemócrata fuerte en Galicia, como en España o en cualquier país europeo, siempre gana la derecha. Y ese es el escenario al que nos asomamos, a que la crisis del PSOE se cronifique provocando con ello la hegemonía de la derecha. El problema no fue solo la forma de hacer oposición, los errores en la campaña, las debilidades del candidato o los conflictos de poder en el aparato del partido. Es que los malos resultados de las generales del 2011, las derrotas en Galicia y el País Vasco y el batacazo que se anuncia en Cataluña señalan una profunda crisis de identidad del partido socialista, de su proyecto, de su programa, de su dirección y de su estrategia. Algo que está sucediendo en España pero también en otros países de la UE.

La aparición de la Alternativa Galega de Esquerda permitió que una parte significativa de ese voto perdido por el PSOE encontrara una expresión diferente a la abstención o el voto en blanco. Pero no lo suficiente como para evitar una caída sensible del campo conjunto de la izquierda y del nacionalismo, caída en la que fundamentó su victoria el PP. Es así siempre: los votantes de izquierda tienen una propensión a la abstención sensiblemente mayor y cuando la abstención es alta, gana la derecha.