Las cuentas cuadran

Julio Sequeiros AL DÍA

OPINIÓN

12 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

El camino que está recorriendo España es una combinación del que está recorriendo Irlanda (con su crisis bancaria a cuestas) y el que está recorriendo una Italia aún inmersa en una crisis fiscal muy seria. En este sentido, la sucesión de medidas de ajuste, y rescates blandos, que está ocurriendo en España es totalmente previsible. Es más, lo que hasta ahora eran recomendaciones, sugerencias e indicaciones por parte de la UE hacia España, tras firmar el memorándum de entendimiento del rescate bancario, se convierten automáticamente en normas de obligado cumplimiento.

Un ahorro de 65.000 millones de euros en lo que queda de 2012 y 2013 significaría que, a finales del año que viene, el déficit público rondaría el 2,5 % del PIB español, por debajo de la cifra pactada con nuestros socios de la UE (3 %). Este 3 % se ha ampliado recientemente hasta el 2014, en el marco de las negociaciones del rescate español. De cumplirse este objetivo, España se convertiría en un país que no solamente cumple con sus obligaciones, sino que lo hace en unos plazos muy holgados.

Los impedimentos en esta carrera van a venir del lado del crecimiento. El propio Rajoy, en su comparecencia parlamentaria, reiteró que la economía española caerá un 2 % en este 2012 y algo menos de cero el 2013. En un entorno de este tipo, el incremento de impuestos puede ser neutralizado, parcialmente, por la falta de crecimiento y, por lo tanto, obtener una recaudación menor. Aquí es donde juega la holgura en los plazos. Tendríamos todo el ejercicio del 2014 para enderezar la situación y un elemento al que todavía no se ha tocado: las pensiones.

Un ajuste de este tipo tiene la ventaja de que, a corto plazo, se puede saber si los mercados lo consideran creíble o, simplemente, fuegos de artificio. La evolución de la prima de riesgo y los índices de la Bolsa de Madrid van a ser los indicadores más inmediatos. En cualquier caso, no hacer nada nos llevaba al desastre. Es más, a partir de ahora sí que tiene sentido exigirle al BCE que intervenga a nuestro favor en el mercado de la deuda soberana española.