La semana más grande jamás contada

OPINIÓN

09 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

S i los recortes previstos para el próximo viernes guardan relación con los avisos que ha dado el presidente del Gobierno, me temo que van a suprimir los ministerios de Defensa y de Asuntos Exteriores, privatizar la Renfe, fusionar universidades hasta dejarlas en menos de veinticinco, suprimir la Guardia Civil o la policía -cualquiera de las dos vale- y prejubilar a todos sus integrantes, cerrar todos los aeropuertos de España menos Madrid, Barcelona, Peinador y Alvedro, y paralizar todos los AVE en construcción salvo el que va a conectar las parroquias de Curro y O Irixo. Y si la idea de que «sería una irresponsabilidad no actuar así» se sigue manteniendo, también me temo que van a subir el IVA, bajar las pensiones, despedir a miles de trabajadores públicos, bajar los sueldos, suprimir pagas extraordinarias y ponerle peaje a todas las autovías.

Y digo esto porque desde hace dos meses, y haciendo excepción de la entrega solemne del Códice Calixtino en la catedral, lo único que hizo Mariano Rajoy fue avisar de que «lo va a hacer», de que ha llegado la hora, de que no hay otra salida, de que no podemos gastar lo que no tenemos y de que vamos a cumplir el compromiso de déficit (5,3 %) «cueste lo que cueste». Después de traicionar una por una todas sus promesa electorales -lo que para mí constituye su mayor y quizá único acierto-, el presidente del Gobierno quiere reconciliarse con su electorado a fuerza de avisos y profecías sobre el recorte que viene, con la esperanza de que, si el pueblo le aplica el viejo y reconocido apotegma de que «el que avisa no es traidor» reconozca en Rajoy al político más fiel y leal que hubo en España desde la muerte de Franco.

Pero yo le aconsejo a Mariano que se ande con cuidado, porque el pueblo considera tan traidor al que no avisa y hace, como al que avisa y no hace. Y mucho me temo que, después de tanta advertencia como hemos recibido, es en los aspectos decisorios, y no en la cuantía de los recortes, donde el respetable observa su comportamiento. Lo que cree la gente -no yo, que conozco a De Guindos- es que Rajoy no se va a atrever; que no va a tomar ninguna medida de entidad, y que lo de esta semana va a quedar para después del verano, lo de después del verano para después de las elecciones vascas y gallegas, y lo de después de las elecciones vascas y gallegas para después de la Navidad. Y que lo que tiene que suceder en enero ya no le importa a Rajoy, porque para entonces ya estaremos intervenidos y serán otros los que tomen las decisiones.

Pero Rajoy dijo que los recortes son necesarios y que hay que afrontarlos con coraje. Y por eso espero que el próximo fin de semana no se vaya a la FAES a dar doctrina ni haga más advertencias al respetable. Porque lo que hay que ordenar y firmar ya está claro desde el día en que Zapatero anunció su retirada.