Parece una novela de Ken Follet, pero no lo es. A Compostela y al Camino le sustrajeron el corazón al llevarse el Códice Calixtino. La policía hizo las primeras detenciones y recuperó una obra de arte difícil de comparar, con un valor mayor que su precio. Todo termina bien como ya había sucedido en su día con el Libro de las Estampas de la catedral de León, que fue robado en 1969 y hallado en 1976. En el Libro de las Estampas, la mirada se fija en esas policromías de los reyes leoneses (Alfonso VI o la condesa Sancha) que abren tanto la vista como la boca de admiración, con toques orientales en sus rojos, azules y oros. Los ojos en el Códice Calixtino, que ha sido recuperado en un año, se van también a las figuras, a las capitales miniadas y a los adornos policromados trabajados por artistas del siglo XII. Una belleza. Todo el patrimonio debe ser custodiado para evitar más sustos de novela. Es el relieve de nuestro pasado. En un mundo de pantallas, estas joyas adquieren todavía más valor. Pero el Códice compostelano no es solo los adornos y las figuras. Es increíble por la información que nos proporciona de hace 900 años. Es la primera guía de viajes y mucho más. Ya está en casa de nuevo. De esas páginas venimos.