El día que sepamos lo que vale un bosque

Enrique Valero FIRMA INVITADA

OPINIÓN

05 sep 2019 . Actualizado a las 19:09 h.

Hemos asistido estupefactos al espectáculo mediático, político y social del incendio del Eume, en donde, otra vez más, cruces de acusaciones, reproches, justificaciones y oportunismo, se nos han servido profusamente. Con sinceridad, los únicos que han dado la talla son la gente de Conservación da Natureza, que se han encontrado con el siniestro, han dado la cara y le han hecho frente, junto con la honestidad de la Sociedade Galega de Historia Natural. Regresa la lluvia, el rifirrafe remite y el bosque gallego vuelve a abandonarse? hasta la próxima. Mientras, el mundo sufre una de las crisis más profundas conocidas. Los mercados financieros, demanda, crecimiento y empleo se desploman, sin descartarse una depresión más seria y prolongada.

La humareda no oculta que los bosques son la más versátil infraestructura ecológica. Suministran servicios y mantienen recursos vitales, como el agua, el suelo, la biodiversidad y la mitigación del cambio climático. Asimismo, producen materia prima para una competitiva industria, que a su vez crea un amplio rango de biomateriales sostenibles y reciclables. El sector forestal europeo genera 300.000 millones de euros anuales, suministra el 8 % del valor añadido manufacturero, proporciona ingresos para 16 millones de propietarios y oferta 3,5 millones de empleos directos, principalmente en áreas rurales deprimidas. La propia FAO en un reciente informe reconoce que se podrían crear entre 10 y 15 millones de nuevos empleos mediante la reforestación, la ordenación de los bosques, la restauración de cuencas hidrográficas, la selvicultura y otras actividades del monte.

Europa apuesta firmemente por la «green economy» es decir, un modelo de «crecimiento inteligente», bajo en carbono, eficiente con los recursos naturales propios y socialmente inclusivo, que mantenga los servicios de los ecosistemas y la transferencia de tecnología, para crear empleos verdes. De hecho, la Comisión está ultimando la segunda Estrategia Forestal Europea, erigiendo a los bosques eje esencial de futuro. De ahí que las medidas forestales, contempladas en el Pilar de Desarrollo Rural de la nueva PAC, a punto de salir, son diversas y de hondo calado. Es la respuesta de Bruselas al pronosticar que el déficit de madera en Europa para el 2020 será de 300 millones de metros cúbicos anuales (Galicia produce 8) y, pretender que la producción de biomasa forestal en la UE pase de los 70 millones de toneladas del 2006 a los 250 millones de toneladas en el 2020.

Por último, los acuerdos internacionales sobre cambio climático han reconocido expresamente a las actividades forestales como una parte esencial en el secuestro de CO2, vía fotosíntesis, (capturan el 10 % de las emisiones totales anuales de la UE), el crucial rol sustitutivo de la biomasa por combustibles fósiles, y la importancia de promocionar la madera como materia prima, al retener el carbono en ella y ser reciclable, al contrario que otros materiales sintéticos o no renovables.

En oposición a lo que sucede con otros muchos sectores, desgraciadamente con perspectivas más bien lúgubres, el forestal presenta el viento de popa a escala europea y mundial. Parecería inteligente desplegar las velas, trazar un buen rumbo y pilotar esta nave con cierta destreza. Así, en lugar de tirarnos los trastos a la cabeza unos a otros, la sociedad gallega debería comprometerse a diseñar estrategias, poniendo en marcha procesos políticos lúcidos, consensuando metas y objetivos, y siendo capaces de construir desarrollo a largo plazo.

Para ello, se estima aconsejable entender que los incendios no son un arma electoral arrojadiza, así como tampoco un problema forestal, sino de delincuencia, en el que a todos, pobres y ricos, de derechas o izquierdas, urbanos o rurales, se nos calcina el patrimonio común, el que poseemos, y que el podríamos fácilmente alcanzar en el futuro. Visto lo visto, resulta plenamente vigente la máxima de Castelao, «el día que sepamos lo que vale un árbol, no tendremos necesidad de emigrar».