Se abre la veda

OPINIÓN

16 abr 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

El deterioro de la imagen de la monarquía está siendo progresivo y puede que irreversible. En el barómetro del CIS de octubre, los ciudadanos la suspendían por primera vez, lo que debería haber encendido todas las alarmas en la Zarzuela. Pero por lo que se ha visto no lo hizo, ya que desde entonces es casi imposible acumular más desastres en tan poco tiempo, que han culminado en el berlanguiano episodio de la caza de elefantes en Botsuana, conocido precisamente el día en que se conmemoraba el aniversario de la Segunda República. De repente, los ditirambos a la figura del rey y el silencio informativo sobre sus actuaciones han dado paso a la crítica acerba por su comportamiento e incluso a la divulgación de su vida privada. Mientras España sufría una de las peores semanas de los últimos años, vapuleada por los mercados, con la palabra maldita rescate sobrevolando nuestras cabezas como ave carroñera, y en abierto conflicto con Argentina, el monarca despachaba proboscidios en África. Algo de lo que nunca nos habríamos enterado si no se hubiera roto la cadera. Una situación en la que se podía esperar que don Juan Carlos hiciera gala de sus dotes de mediación internacional, una labor en la que se ha distinguido en otras ocasiones. En estas circunstancias el efecto de ver al jefe de Estado dedicado a su pasión cinegética, al tiempo que el país se hundía, es demoledor. Y poco después de contemplar a Urdangarin desfilar por el juzgado para responder de sus presuntos desmanes, cometidos en su condición de yerno. El debate sobre la monarquía, podríamos decir en este caso más apropiadamente la veda, se ha abierto y es imparable.