Andalucía, territorio distinto

OPINIÓN

26 mar 2012 . Actualizado a las 12:11 h.

El PSOE sufrió ayer una severa derrota en Andalucía y obtuvo, al mismo tiempo, una clarísima victoria. No, descuiden, no he perdido la razón.

La derrota socialista es manifiesta: pierde casi una quinta parte de sus escaños en el parlamento regional y cede la primacía parlamentaria que disfrutaba, desde hace tres décadas, al Partido Popular. Pero en la forma de producirse esa derrota va implícita la victoria socialista: y es que los escaños que se van de su zurrón lo hacen en mucha mayor medida hacia la izquierda que hacia la derecha, lo que garantiza al PSOE poder seguir gobernando la autonomía durante otros cuatro años. Dicho de otro modo: muchos votantes socialistas han dejado de apoyar a su partido, pero cuidándose mucho de garantizar que seguiría gobernando. Y lo han logrado.

Ese resultado podría explicarse como consecuencia de la política de ajustes de Mariano Rajoy, lectura que con toda seguridad harán los socialistas. Sin embargo, la comparación con lo sucedido en Asturias, donde la izquierda apenas avanza y donde todo apunta a que con una u otra fórmula seguirá gobernando la derecha, permite realizar una interpretación alternativa: que, tras tantos años de dominio socialista, Andalucía ha acabado por ser un territorio distinto.

Tan distinto que ni sus terribles datos económicos -entre otros, ese 31 % de paro en el 2011, nueve puntos más que la media española- ni los gravísimos escándalos de corrupción en que se han visto implicados la Junta de Andalucía y el Partido Socialista han sido capaces de fraguar una mayoría alternativa que permita, tras treinta años, la alternancia en el poder. No ha ocurrido jamás en ninguna comunidad autónoma española, lo que da buena idea de su excepcionalidad.

De hecho, cabría pensar que ha sido justamente el atraso económico andaluz, que treinta años de autonomía socialista no ha permitido superar, el que le garantiza al PSOE seguir en el machito. Lo diré más claro aún: un territorio fuertemente subsidiado puede acabar siendo un seguro de permanencia en el poder y hay buenas razones para pensar que eso es justamente lo que podría haber sucedido ayer en las elecciones regionales andaluzas.

En todo caso, y sea cual sea la explicación del comportamiento de un electorado que ha demostrado de nuevo no estar dispuesto a abrir el paso a la alternancia democrática, lo cierto es que el PSOE, que se mostrará eufórico pese a haber perdido los comicios, vuelve a presentarse como lo que lleva siendo ya una larga temporada: el partido que gobierna sin ganar las elecciones.