Sincronizada con el éxito

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

15 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

P arecía que para nadar se calzaba las piernas de Cyd Charisse y la agilidad de Fred Astaire. Lo suyo era hacer burbujas de arte. Trapecista acuática, Gemma Mengual lo ganó casi todo. Ahora se retira a los 34 años, y después de ser madre hace dos. No estará en Londres. La piscina la echará de menos. Como el mar echa de menos a un delfín. Nació para sorprender. Imbatible en expresividad. Sus piernas eran muelles. Y sus brazos, aspas perfectas. Cuando giraba en el agua, era tan bello verla como lo es admirar al carrillón del reloj astronómico de Praga. Estaba sincronizada con el éxito. A los ocho años ya era distinta. Pero el talento sin trabajo no sirve de nada. Y ella pasó horas, que fueron días, meses y años enteros mejorando. Su dopaje era la belleza. Pez en el agua y en los podios, sus mareas fueron dos platas olímpicas, 18 medallas en mundiales y 17 en europeos. Alucinante. Tan alucinante como verla surgir como el chorro de una fuente y convertirse en escultura ante un público que tenía que salpicarse los ojos. De niña, le decían nadadora flacucha. De mayor, solo puede ser calificada, con esos resultados, como leyenda. Su secreto: ser un volcán en el agua. Filósofo y ángel.