E n los Consellos de la Xunta nieva sobre mojado, y no porque haga más frío, pues disponen, en San Caetano, de calefactores. El cónclave acaba de dar el visto bueno a una subvención de 500.000 euros para «garantir a viabilidade» de la sociedad Estación de Invierno Manzaneda. La ayuda es a fondo perdido porque una estación de invierno solo es rentable, se pongan como se pongan, si nieva. Y como el Consello no tiene potestad sobre la meteorología, el dinero para reflotar la empresa participada por la Xunta durará menos que un muñeco de nieve dentro de un microondas. Manzaneda no necesita subvenciones: necesita un milagro. Con un déficit acumulado de 600.000 euros, le sucede lo que le sucedería al parque acuático de Cerceda sin agua, o a las rutas de senderismo de las fragas del Eume sin árboles... Pero la Xunta está porque nieve, aunque sean euros sin ton ni son, sobre la montaña ourensana. Lo de menos parece ser el dinero que le cueste a los gallegos, parte de los cuales -más de 240.000- se conformarían quizás con que les tocase la zanahoria de los muñecos de nieve con los que sueñan en los consellos de la Xunta. Mientras reparte subvenciones para tan austero fin a unos gestores que ni pudieron ni supieron explotar Manzaneda, el mismo gabinete presidido por Feijoo no ha hecho nada contra la baltarización de la provincia (más bien, la ha jaleado), ni ha articulado medidas para frenar la tragedia demográfica que sufre Ourense. Porque cuando la Xunta se empeña en algo, no suele perder la concentración en banalidades. Y la cosa ahora es que nieven euros sobre Manzaneda. Pero muy al estilo monte Gaiás, y aún a costa de dejar a toda Galicia, comarca de Trives incluida, tiritando.